España se regaló otra victoria camino de los octavos de final de Colonia. Saliese bien o mal, De la Fuente tenía que cambiar al equipo entero, porque la Selección piensa en grande y no se trataba de mantener o no a los jugadores en dinámica de competición, sino de protegerlos por si el viaje por Alemania se alarga; y España tiene que jugar, ojalá, cuatro partidos a cara de perro en dos semanas exactas. Y el equipo, además, cumplió. Mantuvo los automatismos, algo nada fácil cuando hay diez cambios en el once y apagó el fuego inicial albanés, que había convertido Düsseldorf en una pequeña Tirana.

Bien por España, que llega al momento de la verdad con todo el equipo enchufado. Desde el portero, David Raya, que hizo tres paradas de nivel; al nueve, Joselu, que se quedó a centímetros del gol, todos demostraron estar preparados si se les requiere. Navas, Grimaldo y Vivian cumplieron atrás. La unidad de la Real también aprobó: Zubimendi estuvo exquisito, Merino rascó si era necesario; y Oyarzabal conoce el oficio. Olmo fue el jugador del partido, moviéndose con inteligencia. Y Ferran hizo la diferencia. Luego, salió Lamine a colorear el partido con dos jugadas que valen la entrada. Demasiado generoso, tal vez le falta el gol. Pero ese aura de jugador especial no se puede disimular.

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