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La verdad de Guardiola y Ancelotti

El Madrid firmó el acta de defunción del Manchester City. Nada será igual después de esta eliminatoria en el equipo de Guardiola. Tampoco debería serlo en el de Ancelotti, que ha identificado de nuevo cuál es el camino a la gloria. Su abrumadora superioridad respondió a una multitud de virtudes futbolísticas, pero sobre todo remitió a la aplicación defensiva de todos los jugadores. Ese bloque bajo, que presiona con agresividad y coordinación en los reinicios de las jugadas, es la estructura con la que el Madrid se siente más cómodo sin el balón y que le permite abrocharse mejor. Si aumenta su rango defensivo, con todo lo que tenía arriba, más un Mbappé descomunal, es un equipo estupendo. Sin hipérboles. Fue tal su hegemonía que dio la sensación de que si quería podía controlar la posesión del primer hasta el último minuto sin que el City fuera capaz de recuperar la pelota. Los de Guardiola tienen muchos problemas, pero por encima de todos destaca su bajonazo físico. Llega tarde a todas las presiones, no aprieta al poseedor y se desvanece entre líneas. Ahora arrastra los pies ante cualquiera, impresión que se acentúa con un Madrid de enjundia.

A Guardiola no le salió nada de lo que planeó porque sus jugadores no le pueden dar lo que antes le ofrecían. La orden de juntar jugadores por dentro con Gündogan, Bernardo Silva o Foden quedó en nada ante el bajo ritmo de circulación de pelota. Juega a una velocidad de otra época y los Nico, Savinho o Marmoush nunca alcanzarán el nivel de los otros. Y sin Haaland tampoco tuvo ni amenaza ni posibilidad de actuar con una premisa más directa. Ante esa dinámica, el Madrid se agrupó, trabajó en bloque y con ensuciar las líneas de pase ya lo tuvo hecho. Tchouameni y Ceballos estuvieron seguros y atentos en las coberturas, además de manejarse con significativa solvencia en la creación con cambios de orientación que desgastaron a un City que llegaba tostado de casa. Con esa soltura en la salida, también bajo el manto de Asencio y los traslados de un impresionante Valverde, el Madrid puso en órbita con facilidad a sus cuatro fantásticos. Especialmente inspirado estuvo Mbappé en cada movimiento y en las finalizaciones, un futbolista superlativo que eleva el techo blanco hasta cotas inimaginables. El protagonismo goleador recayó en su figura, y rápidamente se encargó de liquidar cualquier fantasma del pasado. El City es una caricatura de lo que era. Cuando Guardiola cifró en un 1% las opciones de éxito de su equipo tras el varapalo de la ida, no mentía aunque después asegurara lo contrario. Pero, en realidad, no se trataba de una estrategia preventiva para aminorar la fatiga mental de su equipo y renovar sus aspiraciones. Nadie conoce mejor el estado de debilidad del City que Guardiola, como nadie conoce mejor la fortaleza del Madrid cuando defiende unido como Ancelotti. Dos verdades absolutas.

Presión tardía

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Mendy sale en conducción y tiene el apoyo corto de Tchouameni. El City empuja tarde y mal. Así el centrocampista francés puede recibir y girar el juego al otro lado donde recibió Rodrygo. Ese fue el origen del 2-0.

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