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La relación tóxica del Madrid con la Copa

Que el fútbol se ha igualado hasta el extremo lo deben saber todos menos el Madrid en la Copa. Otra vez coqueteó con un sonoro fracaso después de un ejercicio que se asentó entre el pasotismo, la incapacidad y la imprudencia. Es cierto que era un partido en el que no cabía la gloria, donde no había ganancia alguna para ninguno de los meritorios que lucieron en el once, pero el Madrid lo afrontó con escaso interés de forma generalizada. Ni la excusa del césped ni la nula química de la alineación justifican que el Madrid se viera controlado por un buen Cacereño. La presión alta del bloque de Julio Cobos estrechó los pasillos y quitó tiempo y espacio para que los jugadores de Ancelotti pudieran expresarse. Solían recibir de espaldas, aprisionados por las exhaustivas vigilancias locales. Hasta la salida de Valverde, nadie en el centro del campo asumió la manija y esa ausencia de timonel generó una aspereza en el juego manifiesta. El Madrid abusó de los balones en largo, sin virtudes entre líneas ante un equipo extremeño muy junto.

Por eso el choque se le indigestó a Ancelotti. El italiano dio la oportunidad a Hazard, cuya titularidad siempre anima a la expectativa, pero de la mala. Esta vez fue incluso peor que en otras ocasiones. Desaparecido, el Madrid jugó con uno menos. Se le puede perdonar que ya nunca será el que fue, pero esa falta de entusiasmo por revertir su situación resulta bochornosa. Distintos fueron los papeles de Asensio y Rodrygo, el salvador final, que al menos se prestaron en las rupturas y en la finalización. Mientras tanto el Cacereño acreditó su condición de china en el zapato, de conjunto disciplinado y valiente, que rápidamente perdió el miedo al Madrid si es que lo tuvo en algún momento. Ese descaro, contradictoriamente, le vino bien a los de Ancelotti cuando el encuentro se abrió. El Cacereño se creyó que podía ganar, no sin falta de razón, y terminó perdiendo por ello. Así el Madrid halló un respiro en las transiciones y Rodrygo dio por superado el mal trago cotidiano del Madrid en la Copa. Se lo tiene que hacer mirar y querer más a esta competición, porque a veces las resacas duran toda una temporada...

A campo abierto

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Un contraataque del Madrid iniciado por la banda derecha acabó en el gol de Rodrygo. El Cacereño se partió y le costó replegar. Ceballos, primero, y Rodrygo, después, recibieron en posiciones liberadas. La inventiva del brasileño finiquitó el duelo.