La reconquista de Pelayo
Pelayo Sánchez ha conseguido una victoria de enorme prestigio. Ya lo sería solo por la categoría del escenario, el Giro de Italia, una de las tres grandes, pero hay otros detalles que elevan muchos escalones la altura de su conquista. Pelayo se impuso en la temida jornada del ‘sterrato’, un territorio para rodadores y cazadores. Y lo hizo ante un rival de quilates: el doble campeón mundial Julian Alaphilippe. Es verdad que el francés no es el mismo de antaño, pero conserva unas tablas que el español, por experiencia y edad, no ha alcanzado. Sánchez, un emergente ciclista de 24 años, compitió camino de Rapolano Terme como un resabiado veterano. También hay que tener sus piernas, claro. Ganó porque era el más fuerte.
De paso, el asturiano rompió una larga sequía en el Giro, que a su vez había crecido dentro de otras largas sequías en las grandes vueltas que poco a poco se van regando. Si me permiten el símil histórico, don Pelayo continuó la Reconquista. Hacía cinco años que un español no alzaba los brazos en la Corsa Rosa, desde Pello Bilbao en 2019. Un total de 90 etapas sin mojar. La escasa participación, cinco corredores, tampoco alimentaba este año el optimismo. Es cierto que en 2022 hubo mucho protagonismo, con los diez días de Juanpe López con la maglia, el podio de Mikel Landa y la quinta plaza de Bilbao. Pero el promedio ha sido bastante pobre. Entre la Vuelta a España 2020 y el Tour de Francia 2023 no hubo ningún éxito en grandes rondas. Una esterilidad de 989 días y 168 etapas. La racha fue mucho peor en el Tour: 1.816 días y 100 etapas. El pelotón nacional ha enderezado el rumbo. Por un lado, por la insistencia de la ‘generación intermedia’: Ion Izagirre, Jesús Herrada, el propio Pello… Pero también por la irrupción de jóvenes valores, especialmente de Juan Ayuso y Carlos Rodríguez, vencedores este curso en la Itzulia y Suiza, a los que este jueves se unió don Pelayo.