La paradoja de la abundancia
Las decisiones se complican. Sustituir a un jugador por otro crea debate. Hagas lo que hagas, alguien va a estar descontento.

Se suele llamar la maldición de la abundancia: cuando disponer de mucho acaba siendo un problema en lugar de una ventaja. Ocurre con países bendecidos con recursos naturales y ocurre con equipos que reúnen más talento del que pueden gestionar. Tener de todo no garantiza nada: a veces solo complica el reparto. A este Madrid, algo imprevisible y un punto voluble, le podría estar ocurriendo lo mismo.
Tiene un arsenal ofensivo que parece ilimitado. Tres jugadores de primer nivel como Vinicius, Mbappé y Rodrygo juegan en la misma posición: la banda izquierda. Endrick aguarda con ansiedad una oportunidad que no llega, como quien espera un Uber que siempre está “a dos minutos”. Bellingham busca todavía su sitio. Brahim y Mastantuono alternan, sin demasiado brillo, momentos en la banda derecha. Güler se entiende con Mbappé, pero se le necesita en otra demarcación. El rompecabezas no es sencillo: no hay una combinación que satisfaga a todos.
Las decisiones se complican. Sustituir a un jugador por otro crea debate. Hagas lo que hagas, alguien va a estar descontento. Lo explicaba Guardiola hace poco, tras una de sus peores temporadas: “Tengo 23 jugadores y elijo 11 cada tres días. Los otros creen que no los quiero, y es todo lo contrario, sufro por ellos. Les dices que entrenan bien, que están a la altura, pero no juegan. Y no entienden por qué. ¿Cómo no va a haber conflictos? Es imposible”. Por eso hay equipos que rinden mejor con rotaciones cortas, aunque suene algo contraintuitivo viendo el calendario. Fue el caso de la última Champions de Ancelotti, conseguida sin Benzema, sin Courtois, sin Militao ni Alaba, y con suplentes que se sabían suplentes, como Joselu o Nacho.
El ejemplo no es único. El Liverpool atraviesa su peor año de la década tras salir campeón y gastar una auténtica fortuna en jóvenes talentos como Wirtz o Isak. El PSG creyó durante años que juntar a Messi, Neymar, Mbappé y Sergio Ramos era el camino a la gloria y terminó encontrando su primera Copa de Europa cuando se marcharon todos, con una plantilla de perfil más bajo. Ironías del fútbol: a veces lo difícil es que no haya demasiado.
Noticias relacionadas
El éxito, en el Madrid o en cualquier equipo plagado de estrellas, no depende tanto de los nombres sino del arte de combinarlos sin provocar un cortocircuito. Y ese arte lo firma un entrenador con alma de artificiero al que a menudo se le exigen milagros. Eso sí: cuando sale bien, todos creen que era facilísimo. Y cuando sale mal, el diagnóstico es inmediato: “Con lo que tiene, cómo no va a hacerlo mejor”. Es la paradoja definitiva. Y quizá ahí resida la verdadera maldición de la abundancia.
¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí






Rellene su nombre y apellidos para comentar