La importancia del contexto
En el partido más importante del Mundial hasta la fecha, jugaban dos campeonas del mundo, España siguió sacando buena nota, aunque con asterisco. Ante una selección poderosa y obligada, se desempeñó con solidez, pero denotó falta de resolución en momentos puntuales. Le faltó querer y poder hacer daño con el marcador a favor, los cambios no aportaron demasiado y quedan en el aire preguntas sobre el hipotético aporte de los jugadores no utilizados: otros centrocampistas como revulsivo de intensidad, Ansu, Yeremy Pino. Con todo, se demuestra que puede competir con cualquiera.
La prueba más evidente de que España está para grandes cosas la constituye el rendimiento de Busquets y Alba. Denostados en el Barça, en parte por su propia culpa, porque el equipo no se lo pone fácil con su irregularidad, en parte porque son obstáculo para la necesaria renovación, en la Selección se desempeñan con competitividad y madurez. No ejercen de tapón, sino de hilo conductor. Notan la confianza ciega del entrenador y posiblemente del grupo. El equipo juega mucho más compacto e intenso y ellos ven potenciadas sus virtudes y disimuladas sus carencias. Busi, el mejor mediocentro posicional de la historia, es mediocre en otros contextos, así que Luis Enrique procura proporcionarle el ecosistema adecuado. Alba corre escapando de la crítica, recibe mejores coberturas y está más concentrado. Además, ambos saben que es su último Mundial, con el extra de motivación que eso supone. No hay mejor ocasión para recordar quienes fueron, para dejar una última gota de aquel perfume, que esta competición.
En una Selección con espíritu juvenil, cierta inconsciencia y ninguna deuda con el pasado, los veteranos están equilibrando adecuadamente: Morata es quien demostró colmillo y don de la oportunidad en un partido que iba a conceder pocas. España sigue necesitando, en todo caso, sumar más cualidades en ambas áreas para que en las eliminatorias el dominio en el juego se plasme en una dinámica más concreta y ganadora.