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La imagen de París es Nadal

El primer domingo olímpico vio desfilar en competición a varios de los nombres más icónicos de la presente edición. Fue el debut galáctico de Simone Biles, la reina de la gimnasia, renacida después de los problemas de salud mental que paralizaron su vuelo en los anteriores Juegos de Tokio 2020, que vuelve a encandilar con sus ejercicios imposibles en el Bercy Arena. Y el estreno de oro de Léon Marchand, con la grada de La Défense Arena volcada en una sonora ovación para rendir tributo a su portentoso nadador. Y también el primer recital del Dream Team, liderado por el viejo LeBron James, que mantuvo a raya a la Serbia de Nikola Jokic, otro as del universo NBA. Los Juegos Olímpicos de París 2024 son una pasarela de estrellas. Dentro de esta radiante constelación, voy a quedarme con un español. No soy objetivo, lo sé. Ni tampoco lo pretendo. Me refiero, lógicamente, a Rafa Nadal, que lleva tres días consecutivos encabezando titulares en la ciudad que mayor gloria ha aportado a su carrera. Y viceversa.

El viernes, Rafa irrumpió en un momento cumbre de la Ceremonia de Inauguración para recibir uno de los últimos relevos de la antorcha, debajo de la Torre Eiffel, de manos de Zinedine Zidane, para luego transportarla en una barca por las aguas del río Sena junto a Serena Williams, Nadia Comaneci y Carl Lewis. Ni la lluvia nubló el esplendor. Todos ellos son historia del deporte. Nadal, todavía historia en activo. El sábado debutó en el dobles con Carlos Alcaraz, un partido que nos dejó una fotografía incomparable del tenis español y del tenis mundial. Dos generaciones, dos reyes. Y este domingo, después de unos titubeos iniciales sobre su estado físico, debutó en el cuadro individual en una dura victoria ante Márton Fucsovics. Hay que contextualizar que la competición se disputa en Roland Garros, el escenario que ha visto ganar 14 títulos de Grand Slam a Nadal, un registro inigualable en ningún torneo del Mundo. Su presencia caldea la Philippe Chatrier, la pista central de sus gestas, que ovaciona cada uno de sus raquetazos como si fuera el último. Porque los aficionados saben que, efectivamente, el último baile está cerca. Y puede ser aquí. ¿Qué mejor lugar que París? En la próxima ronda le espera este lunes Novak Djokovic, el duelo más repetido del tenis: 59 veces. Puede que sea su último partido individual en este santuario. O puede que no. Pase lo que pase, estamos asistiendo a un capítulo histórico del deporte. Y del olimpismo. La imagen de París es Nadal.

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