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La hora de Marchand

Cuando la BBC no compra los derechos de emisión de los Mundiales de Natación, puede deberse a dos razones: son muy caros o no interesan. En términos de interés estrictamente deportivo, la natación nunca ha congregado una abundante audiencia, que además ha declinado en los últimos años. Mantiene, en cambio, su prestigio en el mundo olímpico, donde sus grandes campeones adquieren una relevancia que les permite saltar del nicho de seguidores a una amplia plataforma de popularidad. No hay muchos de esta clase, pero casos como el de Michael Phelps o Katie Ledecky han alcanzado una difusión global relevante, aspiración cumplida por otros nadadores a niveles nacionales: Mireia Belmonte en España, Federica Pellegrini en Italia o Sarah Sjostrom en Suecia. Le llega ahora el turno a Léon Marchand, destinado no sólo a ganar medallas y batir récords, sino a convertirse en la imagen estrella del deporte francés en los Juegos de París 2024.

¿Cómo es posible que un gran nadador se encuentre en condiciones de superar a estrellas de un país que produce fenomenales campeones en otras disciplinas, la mayoría de ellas de mayor audiencia, más reconocimiento mundial y reclamo económico-comercial? En los Juegos de Río de Janeiro, celebrados en 2016, el rostro brasileño no fue otro que Neymar, un futbolista. Quedó claro el trasvase que se estaba produciendo en el panorama de los deportes olímpicos: frente a la tradición, la realidad de un negocio cambiante, en el que el fútbol y los grandes deportes profesionales se imponen rotundamente.

Neymar apenas tenía competencia en Brasil. Francia dispone de su Neymar particular. Es Kylian Mbappé, probablemente el mejor futbolista del mundo y el más deseado en el mercado de fichajes. Por ahora, juega en el París Saint Germain. Su contrato terminará semanas antes de que comiencen los Juegos. Sería una elección cantada, si Francia no fuera una gran potencia en numerosos deportes (baloncesto, balonmano, esgrima, judo…) y los franceses no tuvieran perspectiva histórica. Es un país plagado de legendarios campeones olímpicos y, hasta cierto punto, poseído por el desdén al arrollador efecto que ha tenido el fútbol en la escala jerárquica del deporte.

Mbappé, sometido a un problema de desgaste por el conflicto contractual que mantiene con el PSG, tiene menos posibilidades como rostro de los Juegos que Marchand, conocidísimo por los forofos de la natación y casi desconocido hasta ahora fuera de ese mundillo. Acaba de cumplir 21 años y el pasado año anunció en los Mundiales de Budapest la clase de campeón que se avecinaba. Amenazó la marca mundial de Michael Phelps en 400 metros estilos, la más antigua de la tabla de récords, y esta temporada ha saltado un par de peldaños más. Saldrá del Mundial de Fukuoka como el nadador del año: tres medallas de oro, con registros formidables, el récord finalmente arrebatado a Phelps en los 400 metros estilos y la sensación de que deja para París su mejor rendimiento.

Marchand, hijo de nadadores, sigue una trayectoria perfectamente delineada. Progresa espectacularmente y lo hace en el lugar perfecto, con el entrenador ideal. Marchand se enroló en 2021 en la universidad de Arizona State, donde se reunió con Bob Bowman, el entrenador que tuteló toda la carrera de Phelps. Otra particularidad: Bowman se encarga del equipo universitario y también ejerce de entrenador de un grupo de profesionales (Regan Smith, Chase Calisz...) que se han establecido en Arizona

La otra ventaja dependía del rendimiento de Marchand en las peculiares condiciones de la natación universitaria, cuyas competiciones se disputan en piscinas de 25 yardas (21 metros), conocidas como bañeras en la jerga. No tardó un minuto en erigirse en el nadador del momento, el más versátil además y, sin duda, el más voraz. Esta temporada ha llevado sus marcas en América a territorios inabordables para los demás. ¿El resultado? Marchand es menos conocido en Estados Unidos que en Francia, pero más que en el resto del planeta. Para la NBC, la cadena que tiene los derechos de los Juegos de París, Marchand es un poco americano y una estrella indiscutible en París 2024.

Ese puente franco-americano ya está construido, con pingües beneficios para Léon Marchand en el futuro. Su desempeño en los Mundiales de Fukuoka ha disparado su cotización económica y su reconocimiento popular. Léon Marchand no es Mbappé, pero en los términos que requiere Francia para sus Juegos Olímpicos no existe imagen más conveniente que la del joven nadador francés.