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La fuerza de Ana Peleteiro

España terminó los Campeonatos de Europa de atletismo con ocho medallas, un resultado que no satisfizo a los responsables técnicos de la Federación, que esperaban “un poquito más”, aunque sí hubo actuaciones individuales sobresalientes, como esos dos oros de Ana Peleteiro y Jordan Díaz. Ambos tienen en común la especialidad, el triple salto, y el entrenador, el mítico Iván Pedroso con su cuadrilla de Guadalajara, pero cada uno de ellos, por sus circunstancias excepcionales, merecen una columna propia. Hoy quiero centrarme en Ana, un volcán fuera y dentro del foso. La gallega es, como dice Pedroso, “una atleta de guerra”, que multiplica su rendimiento en los grandes campeonatos, donde ya suma siete podios.

Después de ser una niña prodigio, le costó arrancar, pero cuando supo subirse al raíl del éxito, ya no ha descarrilado, ni siquiera tras su maternidad, cuando se llegó a pensar que su etapa en la élite había acabado. Ese es uno de sus méritos, la demostración de que una madre deportista puede volver a lo más alto. Su hija Lúa, además, le sirve de inspiración, como ocurrió el domingo en Roma, cuando una mirada hacia ella precedió el salto de 14,85 metros que le dio el oro. No es su único mensaje. Peleteiro es una líder que complementa su carrera deportiva con una intensa actividad en redes, donde no se corta en reivindicar justicia social, especialmente contra el racismo. Antes de los Europeos, la saltadora denunció “comentarios racistas” y “mensajes de odio y desprecio”, que combatió como mejor sabe. Una, sin callarse nunca. Especialmente simpático fue el vídeo que grabó con Fátima Diame y Tessy Ebosele, como en su día hizo otro con Ray Zapata. Y dos, emplazando a los haters a “ponerse la mano en el pecho” cuando sonara el himno español con su oro. Peleteiro convierte todas estas emociones en su fuerza: la maternidad, las críticas… e incluso el odio.

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