Durante un tiempo, y por motivos personales, he estado alejado del día a día del Atlético. Y me volví a poner en la piel del espectador, del abonado o aficionado que se ha vuelto a entusiasmar con el equipo rojiblanco. Uno se ha contagiado de esa alegría que vive el simpatizante del Atlético: el conjunto del Cholo acabó primero de grupo en Champions, lucha por el título liguero, suele ofrecer un buen fútbol, aunque se mantiene fiel a su idiosincrasia y hace sufrir mucho a los suyos. El filial compite en una categoría nueva para él y el juvenil también nos hace disfrutar. Y las chicas están segundas por detrás de un Barcelona que está en otro nivel. Tevenet, Fernando Torres y Manolo Cano están haciendo muy buen trabajo.
Y uno ve que el Metropolitano se llena casi todos los partidos, con buen ambiente y ganas de pasárselo bien. Las peñas no paran de crecer, hay récord de socios y la gente sigue presumiendo de su equipo. El Atlético está de moda. Miguel Ángel Gil, por ejemplo, lució sponsor mundial en Yeda (Arabia Saudí), en un país cuyo fútbol está en ebullición. Y el club suele reconocer a sus Leyendas. Es para sentirse orgulloso. Seguro que a algunos esto no les gusta. Y seguro que otros dirán que aquí lo único que importa son los títulos. Que cada uno lo vea como quiera. El Atlético nos hace felices. Se palpa desde fuera y es un lujo volver a vivirlo desde dentro.
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