OPINIÓN

La difícil sincronía del ‘Big Three’

La difícil sincronía del ‘Big Three’
REALMADRID.COM
Luis Nieto
Director adjunto. Licenciado en CC de la Información por la U. Complutense y máster en Transformación Digital y Estratégica (EOI), inició su carrera en el Diario Ya. Trabajó El Independiente y Diario 16. Llegó a AS en 1996. Ha ejercido las funciones de jefe de fútbol, redactor jefe, subdirector, director de la página web y director de Información.
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El trío. La expresión ‘Big Three’ se acuñó a principios del siglo pasado para agrupar a los tres grandes de la industria del automóvil: Ford, General Motors y Chrysler. Al deporte le vino al pelo en las dos últimas décadas. Primero fue el baloncesto, con los Celtics de 2008, campeones de la NBA tras reunir a Garnett, Allen y Pierce, herederos de otro trío con glamour: Bird, McHale y Parish. Más tarde lo popularizó el tenis (Nadal, Federer y Djokovic) y luego ha servido para cualquier conjunción astral, allá donde se produjese. Ahora se da en el Madrid, con Bellingham, Mbappé y Vinicius, guardianes de la galaxia, que aún no han sincronizado sus relojes para la misión.

El pasado. Cayeron en manos de Ancelotti y en un equipo pluricampeón. Nada podía salir mal. Sin embargo, el trío vivió una montaña rusa. Mbappé llegó físicamente fuera de punto después de una Eurocopa y sin pretemporada. De hecho, su primer partido con el Madrid fue la Supercopa de Europa. Llevaba una semana entrenando. Sólo recuperó el tonó en el último cuatrimestre y coincidió con el declinar de Vinicius, el que mejor había comenzado, al que la no concesión del Balón de Oro le envolvió en una nube negra. Bellingham, con una lesión en el hombro, fue una sombra. Y todo en un contexto de cruce de egos, porque no hay jugador top sin carácter top.

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El futuro. Ahora la cosa parecía ir por el buen camino: Mbappé, en máximos; Bellingham, cerca de aquella impresionante irrupción inicial, y Vinicius, en franca rehabilitación. El encanto se rompió en el Clásico, con el número del brasileño, cuyas disculpas llegan tres días después. A Xabi le contratan porque trae un plan y porque el club detecta una caída de tensión en la plantilla. Un plan deportivo que renuncia al bloque bajo y lo apuesta todo a una primera presión severa y una recuperación rápida. Se exige sacrificio a todos y un máximo desgaste a la mayoría, lo que obliga a repartir esfuerzos. Solo funcionará si todos lo entienden y a Vinicius le está costando. Aun así, la sincronía parece más cerca que nunca.

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