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La creación le va mejor que la destrucción

De nuevo, y esta vez en el Bernabéu, se vio la declaración de intenciones del Cholo con su once. Con el tridente arriba y los jugones en el centro, el Atlético demostró, como ya hizo en fases del partido en Almería, 70 minutos contra el Barça y con el Valladolid, que juegan mejor desde el control que desde la destrucción. Con un gran Koke en el primer tiempo, los del Cholo se defendieron con la pelota ante la sorprendente palidez blanca en la presión. Los atléticos elaboraban sin problema, haciendo otra vez superioridad por las bandas. El apoyo del interior, fuese Lemar o De Paul, provocaba que Griezmann y un gran Nahuel hicieran un tres contra dos en la banda.

Una pena que, en este repaso, la falta de precisión no le diera para noquear al Madrid. Los blancos, heridos en su orgullo y con un gran Ceballos, metieron garra y arrinconaron a los rojiblancos, sin llegar a hacer santo a Oblak. Cuando todo amainó, llegaron los nombres propios: Rodrygo, con una obra de arte en su gol, y Soto Grado, que tuvo el arte de no obrar con su cometido. Inexplicable que, sin nadie que le interfiriera la visión, no peritara la segunda tarjeta a Ceballos por dar una patada a Lemar en una ocasión hiperprometedora. El otro fue el de Savic con su imprudencia.

Entiendo que en el segundo tiempo el Cholo metiese a Witsel, aunque eché en falta más minutos de Barrios. En el Madrid, la entrada de Ceballos, con Camavinga en la banda, le cambió la cara. A pesar de todo, el Atlético tiró de orgullo para llegar a los penaltis. En esa indefinición táctica, el equipo debe cumplir con el objetivo de la Champions y, según lo visto, es más posible desde la creación que desde la destrucción.