La consolación de Vingegaard
El calendario del UCI WorldTour, la máxima categoría ciclista, contiene desconcertantes contradicciones. Por ejemplo, la coincidencia en fechas de dos clásicos de la primavera, la Tirreno-Adriático y la París-Niza. Aunque hay un solapamiento más incomprensible, que sitúa a varias carreras, este año cuatro, en paralelo a La Vuelta. No pasa con ninguna otra grande, ni con el Giro de Italia ni con el Tour de Francia, pero sí con la ronda española. Tampoco suelen tener demasiada incidencia en la participación, porque los ciclistas más importantes suelen optar por las carreras más importantes, pero el detalle es poco respetuoso con una de sus joyas. No ha sido el ejemplo de este curso, que sí ha coronado a una de las estrellas, Jonas Vingegaard, en la recién terminada Vuelta a Polonia. Hace un año, por estas fechas, Vingegaard peleaba el triunfo en España, y si no acabó campeón fue, sencillamente, porque no quiso y prefirió conceder ese honor a su incondicional Sepp Kuss, aunque sí formó parte del histórico podio copado por el Jumbo, con Primoz Roglic en el otro escalón.
El danés dijo tras el Tour que este año no correría La Vuelta porque necesitaba descansar, aunque luego se ha alineado en San Sebastián, donde se retiró, y en Polonia. Un condicionante incluso mayor que el reposo es el avanzado embarazo de su mujer, Trine Marie Hansen, de su segundo hijo. La temporada no ha sido fácil para Jonas, que ya sintió como un éxito poder disputar el Tour, y más ganar una etapa y acabar segundo, después de su terrible caída en la Itzulia. Su victoria en Polonia es un premio de consolación, comparado con la ronda española, pero también una inyección de esperanza para retornar en 2025 con fuerzas renovadas a su carrera, el Tour, y, por qué no, a La Vuelta. El premio principal lo tendrá en familia. Y las puertas del futuro siguen abiertas.