La conjura de Jesús Navas
El Sevilla ha pasado de ser un equipo condenado a la lucha por evitar el descenso hasta para sus más pasionales seguidores a un conjunto que por qué no va a romper una maldición de más de 20 años sin ganar al Barcelona como visitante en la Liga. Son las cosas de la bipolaridad futbolística, exacerbada en Nervión de un tiempo a esta parte merced a una gestión demencial en los despachos que se ha trasladado a una grada que, en el buen sentido de la expresión, nunca ha estado del todo en sus cabales. Y si a ese fuego se le riega con la gasolina de una victoria en el derbi ante el eterno rival, se tiene el resultado de que haya quien piense que esta noche ya toca.
García Pimienta aterrizó rodeado de dudas y con la fama de enarbolar el estilo de juego culé que tanto daño ha hecho en el Sevilla en los últimos tiempos. Sólo hay que comparar lo que hicieron Sampaoli o Diego Alonso y lo que consiguieron sus recambios, Mendilibar y Quique. Pero el actual entrenador del Sevilla las coge al vuelo, se ha adaptado a lo que tiene y se ha encontrado con los últimos coletazos deportivos de Jesús Navas. Y los está aprovechando en lo deportivo y en lo sentimental. Porque el derbi se ganó porque el Sevilla fue mejor que el Betis. Y fue mejor, principalmente, porque todos los jugadores estaban enloquecidos con brindarle un triunfo a su capitán. Fue la conjura de Navas. Hoy, contra la maldición.
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