La clásica magia de la Copa
Gran Canaria acoge la Copa del Rey. La fiesta del baloncesto. Posiblemente, el torneo más atractivo de Europa. Una inspiración que ha alcanzado incluso a la NBA, aunque allí con una versión menos lograda. La Copa se ha ganado la fama de la competición más abierta, por aquello de que el perdedor se vuelve a casa. No hay segundas oportunidades, pero con tres victorias eres campeón. Hay ejemplos que sostienen esta etiqueta, como el éxito del Unicaja hace dos años. Pero los datos rotundos nos devuelven a la realidad del basket español: el Barça y el Real Madrid son los acaparadores del palmarés. Si tomamos como referencia los últimos quince años, cada uno ha levantado siete trofeos, y solo los malagueños se han colado en su pulso. Es más: diez finales fueron Clásicos. Si vamos a números totales: los blancos son los reyes coperos, con 29 coronas, y los azulgranas persiguen con 27.
El Madrid y el Barcelona llegan este año más renqueantes, sobre todo por su trayectoria en la Euroliga. En la Liga muestran dos caras distintas. Los de Chus Mateo han remontado hasta alzarse al liderato en solitario, mientras que los de Joan Peñarroya se han clasificado agónicamente en la octava plaza, aunque vienen de batir al Valencia en La Fonteta, donde nadie había vencido este curso. Aquí todos parten de cero.
El Clásico proyecta para la tradicional final del domingo, pero hay dos aspirantes que se sienten con fuerzas de discutir el pronóstico: el Unicaja Málaga y el Valencia Basket. Incluso el Gran Canaria, aunque el anfitrión no campeona desde el Baskonia en 2002, hace 23 años. Por cierto, los vascos no se han clasificado. Es la cuarta vez en seis ediciones, lo que ofrece también una idea de la calidad de la competición en la ACB. Aunque la mayoría de las veces ocurra lo mismo, siempre arrancamos con la sensación de que puede ocurrir de todo. Esa es la clásica magia de la Copa.