La clase de Pau Gasol

Pau Gasol seguramente tenga subrayados varios años de su carrera deportiva con un rotulador rojo: el 1999 de los Juniors de Oro, el 2001 de su eclosión en el Barça y de su desembarco en la NBA, el 2006 del oro y del MVP en el Mundial de Japón, el 2008 de su fichaje por Los Angeles Lakers y de la plata olímpica de Pekín, el 2009 de su primer anillo y del primer título en el Eurobasket, el 2010 de su segundo anillo y de la venganza consumada sobre los Celtics, el 2012 de la segunda final olímpica en Londres, el 2015 de su salto con Marc en el All-Star y de los 40 puntos a Francia, el 2021 de sus últimos Juegos y de su retirada del baloncesto… Sus logros son tantísimos, que no cabrían en esta columna ni enumerados a punto seguido. Aun así, la relación de años mágicos todavía no ha terminado. La novela sigue añadiendo capítulos con un deportista de leyenda como protagonista.

Gasol, ya jubilado, está viviendo un 2023 de ensueño. El 7 de marzo asistió emocionado a la retirada de su camiseta, el ya eterno 16, en el templo de los Lakers, donde cuelga para siempre junto a la de su inseparable Kobe Bryant. Quizá sea el mayor honor que puede recibir un jugador como colofón de su carrera, tal vez sólo comparable a la fiesta que le espera el 12 de agosto en Springfield, en la ceremonia de graduación de la clase de 2023 en el Hall of Fame. El español conoció su nominación en febrero, durante el All-Star, justo después de dirigir al equipo vencedor del Rising Stars Challenge, el renovado Partido de los Novatos. Otra distinción. Y este sábado se hará oficial en Houston, aunque ya se ha filtrado que su nombre figurará junto a los de Dirk Nowitzki y Tony Parker, dos europeos coetáneos que dominaron la liga de las estrellas. Que los tres entren a la vez es el homenaje a una gloriosa etapa en la que Pau fue actor principal. Y lo sigue siendo.