La caja que envuelve a Lamine
Divino. “Sigue trabajando, hermano; sigue trabajando, porque puedes conseguir lo que quieras”. La frase de Rodrigo a Lamine sobre el césped del Olympiastadion de Berlín mientras le cogía de la cabeza, completó lo que le había dicho a este periódico días antes de la final contra Inglaterra: “No sabría decir el techo de Lamine”. Su explosión definitiva en la Eurocopa ha sido un disfrute exagerado. Su capacidad para generar expectación en la grada española y murmullos en las rivales, entre la admiración y el miedo, quedará como legado para una competición que, salvo la final, disputó todavía con 16 años. Es difícil no mirar a Lamine desde un punto de vista casi metafísico, como esa obra de arte que no te puedes permitir, pero ha llegado de manera insospechada a tu salón. Un cuadro único, una inspiración reveladora, pero a la vez frágil. Recién pintado.
Proceso. “Barça y RFEF tienen que medir muy bien el segundo año de Lamine”, dijo Julen Guerrero a AS. Julen fue su seleccionador en categoría Sub-17, justo cuando tuvo aquel episodio de indisciplina que, con Marruecos revoloteando sobre su padre Mounir, puso en peligro por un momento su continuidad bajo el paraguas de la RFEF. El incendio, por fortuna, se apagó y el comportamiento de Lamine ha sido ejemplar. Pero Julen, que vivió en sus propias carnes en los noventa lo que significa ser un boom adolescente, también anticipó: “Lamine necesita gente que le diga las cosas como son; no las que quiere escuchar”. De momento, el chico estuvo fabuloso en todas las entrevistas que concedió en Donaueschingen, donde estuvo acompañado por un tutor personal. La decisión de que viviese en La Masia desde los doce años se ha revelado como un acierto. Lamine se ha ido modelando como futbolista (pasó de jugar fútbol 7 a fútbol once; y ha cambiado varias veces de posición: ojo a una posible evolución al falso nueve…) y como persona. “Aprobar la ESO, ganar la Eurocopa”, fue su mensaje en Instagram el lunes por la mañana. A sus 50 partidos en el Barça, donde Xavi llevó con maestría su primer año, ha añadido 14 en la Selección. 64 primeras veces en el año de su estreno son muchas para unas piernas privilegiadas, pero todavía en pleno desarrollo. En esta época de presentismo salvaje ya no se habla de sus momentos fascinantes en la Euro. Sí de cómo Adidas se lo robó a Nike; cuántas camisetas vendió el día que el Barça puso a la venta la zamarra de su 125 aniversario; o en si mejorará tantas veces su contrato como hizo Messi en el Barça. Hay que recordar que en la caja que envuelve a Lamine todavía pone frágil.
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