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El Atalanta no es ningún milagro

La hazaña del Atalanta va mucho más allá de haber roto la racha invencible del Bayer Leverkusen. La Serie A no levantaba una Europa League desde 1999, ningún título europeo desde 2010 y la Dea, en toda su historia, había ganado solo un título, la Copa italiana de 1963. Pero lo de Dublín no es un milagro: es fruto de un periplo extraordinario. Desde 2010 con el presidente Antonio Percassi, que es un gran empresario y fue también jugador de la Dea (disputó 110 partidos), el crecimiento fue constante y explotó con la llegada de Gasperini. El italiano, que ahora valora marcharse para liderar el nuevo renacimiento del Nápoles, desde 2016 siempre clasificó al equipo a las competiciones europeas, le llevó a rozar las semifinales de Champions en 2020, disputó tres finales de Copa italiana y culminó el proceso con esta Europa League.

Lo hizo con un fútbol intenso, ordenado, que canceló la idea según la que el 3-5-2 solo fuera un dibujo defensivo. Jugar contra el Atalanta, como dijo Guardiola, es como ir al dentista: incómodo para todos. Los de Lookman, De Ketelaere o Scamacca solo son los últimos talentos de una lista larguísima que encontró en el fútbol de ‘Gasp’ su dimensión. Lo hicieron en un club que representa una ciudad pequeña, con 120.000 habitantes, pero sólido como pocos y capaz de reformar su estadio como casi nadie hace en Italia. La legendaria goleada a Xabi viene de lejos.

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