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Kipchoge reparte felicidad

Eliud Kipchoge fue uno de los tres galardonados que tomaron la palabra en la emotiva ceremonia de los Premios Princesa de Asturias 2023, un honor que, por protocolo, no tienen todos los distinguidos, lo que dio todavía mayor empaque a la presencia del atleta keniano y a la fuerza del deporte como motor para construir una sociedad mejor. Cuando Kipchoge fue elegido por el jurado todavía ostentaba el récord del Mundo de maratón, ahora en poder de Kelvin Kiptum, pero la perdida de su corona no es un dato relevante en esta ocasión, porque este acto no premia los resultados deportivos, al menos no lo hace de forma exclusiva, sino que proyecta otros valores con la solidaridad siempre al fondo.

Kipchoge es un ejemplo como deportista, sin duda, como se extrae de su bello discurso de apertura, en el que volvió a insistir sobre el lema que ha sido siempre su inspiración, “no hay límites”, que perfectamente se puede trasladar a la vida cotidiana de cualquiera, sin necesidad de tener que pelear contra un cronómetro. El africano alienta con sus éxitos la superación personal de cada individuo, pero también es un referente para transformar nuestro entorno. “Un mundo que corre es un mundo feliz, y un mundo feliz es un mundo en paz”, dijo Kipchoge, que al final de su intervención repitió esa misma frase, pero sustituyó la palabra ‘paz’ por ‘unión’, dos términos que flotaron por el ambiente del Teatro Campoamor de Oviedo durante gran parte de la gala, incluso en el cierre del rey Felipe VI. El maratoniano recordó igualmente su peculiar fórmula para celebrar cada victoria con sus compañeros de entrenamiento: “Plantamos un árbol en Kaptagat”. Otro mensaje de vida. Eliud Kipchoge reparte felicidad. Y ya saben: un mundo feliz es un mundo en paz. Otra enseñanza del deporte.

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