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Joaquín, andaluz universal

A siete partidos de que cuelgue las botas, Joaquín necesita jugar todos ellos para superar el récord de Zubizarreta. Lo desea toda España. El futbolista al que le entran “ardentías” cuando no juega y que tilda a algunos compañeros de “jartibles” porque solo hablan de fútbol, no esconde que es gaditano, bético y andaluz. Y, sin embargo, no solo despierta simpatías en el sur. Genio y figura, siempre fue feliz con un balón en los pies, aunque de pequeño apuntaba también a torero. Hermano de la cofradía de los placeres sencillos, considera tan excelso un pase medido al área como tomar unas cervezas con los amigos. Practica el muy noble e inteligente arte de autorridiculizarse, para no perder el contacto con el suelo y seguir teniendo una idea aproximada de su estatura, como recomendaba Machado.

La finta y el sprint”, como le definía cada tarde el speaker del Benito Villamarín que anunciaba cada jugador con una rima, es sintomático de una época en que primaba en el fútbol la espontaneidad, el desparpajo y la sorpresa. En Andalucía lo llaman “tener arte” y se considera el rasgo más preciado, una especie de gracia —asociada en el flamenco al “duende” y al “ángel”— que provoca la conexión entre el artista y el público, y que suscita el “olé”.

El Sadar le ovacionó hace unos días y otro tanto harán los hinchas de otros estadios, hasta su despedida final. En una época en que florecen algunos nacionalismos estrechos, que exaltan el terruño, se escudan en el victimismo y enfatizan más las diferencias que lo que nos une, Joaquín es un ejemplo de cómo alguien puede ser local, regional, nacional y universal, a la vez. Una parte del himno de Andalucía, de Blas Infante, constituye un canto a la diversidad y a la fraternidad de los pueblos: “Sea por Andalucía libre, España y la humanidad”. Al sur de Despeñaperros tenemos un puñado de personas de las que uno puede sentirse orgulloso, como andaluz y bético —sí—, pero también como español y aun como ese animal, capaz de lo mejor y lo peor, que llamamos ser humano. Las letras han dado varios andaluces universales: Góngora, Juan Ramón Jiménez, Lorca, Machado. También la pintura: Velázquez, Picasso. En el terreno de juego, me quedo con Joaquín Sánchez Rodríguez, “er Juaqui”.