Joan García, el pichichi de los porteros
Todas sus paradas deberían figurar en una estadística junto a los goles de Mbappé y Lamine Yamal.

Por fin el Barça y el Madrid vuelven a ser reconocibles. No lo digo porque este fin de semana hayan vestido como Dios manda, de azulgrana y merengue, sino porque han vuelto a la gresca sus presidentes y estados mayores. La Pax Superliguera era más falsa que una moneda de corcho. Caída la tramoya de ese engendro elitista se han caído también las caretas. Sin duda ha ayudado que el Madrid se haya descolgado en unas semanas del liderato. Ha sido ver a su eterno rival con los prismáticos en vez de con el retrovisor y empezar a arremeter contra los árbitros, aunque Negreira lleve más de un lustro jubilado. Vuelve la guerra fría...y al cielo de tu boca el purgatorio, que concluiría Joaquín Sabina.
Y mientras, el Barça a lo suyo. El Madrid le ha dejado en bandeja el liderato en unas semanas de saldo antes de enero y no es para hacerles un feo, que lo mismo parece una falta de respeto. Igual que con los 100 millones de dólares que la monarquía saudí regaló al Emérito: rechazarlos hubiera sido una grosería imperdonable. Flick no parece propenso a las dudas. ¿0-1 y con un jugador más por una expulsión del rival? Nada de navegar y ‘guardar la ropa’. Rashford y Lewansdowski al campo de regatas, que si hay una vía de agua ya la taponará Joan Garcia, el pichichi de los porteros. Todas sus paradas deberían figurar en una estadística junto a los goles de Mbappé y Lamine Yamal.
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