Inquietud en el tenis español
El tenis español enlazó, en menos de 24 horas, tres noticias inquietantes a las puertas de la temporada de tierra batida. Primero fue Garbiñe Muguruza, aún en la tarde del lunes, quien comunicó que prolonga su retiro voluntario, que ya acumula dos meses, al menos hasta el verano, por lo que se perderá las campañas de arcilla y de hierba, lo que equivale a aparcar Roland Garros y Wimbledon, los dos Grand Slams en los que tiene inscrito su nombre como campeona. A la mañana siguiente, Rafa Nadal hizo oficial otro anuncio que ya se barruntaba: su baja en el Masters 1.000 de Montecarlo, un torneo donde ostenta un abrumador récord con once victorias. Nadal asegura que todavía no se siente “preparado para competir al máximo nivel”, tras su lesión en el Open de Australia, hace dos meses y medio. Justo a continuación, Carlos Alcaraz notificó que tampoco jugará en Mónaco, tras acabar con molestias en Indian Wells.
Tres noticias tristes, aunque de diferente calado, que dejan desangelado el arranque de la tierra, tradicional superficie de alegrías para el tenis español. Las dos primeras producen mayor intranquilidad. El regreso de Muguruza es una cuestión personal, íntima, que dependerá de su estado anímico y mental para volver a afrontar las exigencias del deporte de alto nivel. Una incógnita que sólo podrá resolver ella, con el apoyo de su entorno. Luego está el trance de Nadal, cuyo físico le traiciona cada vez más, lo que inevitablemente empuja al aficionado a pensar en que, más pronto que tarde, pueda desembocar en su retirada definitiva. Él no quiere dejarlo, pero en su caso no basta sólo con la voluntad propia. Por último, tenemos a Carlitos, cuya situación debería ser menos alarmante, una inoportuna parada para reparar desperfectos, que le impedirá luchar con Novak Djokovic por el número uno, al menos de momento.