Iñigo Martínez, capítulo final
“Cuando te llama el Barça, los demás equipos ya quedan en un segundo plano, eso te lo puedo garantizar. Desde la primera llamada que tuve y me hablaron de poder venir el año que viene, no dudé. Las palabras que tuvo Xavi hacia mí fueron magníficas. Ahí noté que realmente me quería ver en su equipo. Eso a uno le facilita mucho para poder dar ese paso”. ¡Toma ya! El telón de ese cansino y, en apariencia, interminable culebrón llamado ‘Iñigo y el Athletic’, esa telenovela que amenazó con remover los cimientos de la entidad al deteriorar al máximo la relación de ambas partes con abiertos reproches en público, ha caído hoy de forma ruidosa y definitiva. Con una abierta declaración del central –ya se sabe que a veces se salta el guion y dinamita la habitual mesura de los futbolistas– destapando todo el pastel de este folletín que ha ensuciado tanto a la directiva de Uriarte este año.
El Barça llamó al jugador hace un año y a éste, utilizando sus propias palabras, los ojos se le hicieron “chiribitas”. ¿Qué podía haber hecho en ese instante Uriarte? Pues buscar a toda costa un traspaso, pero ya se sabe cómo maniobra el Barça, siempre buscando el punto débil de clubes que cree que están por debajo de su pedestal, una grieta para ‘racanear’ cualquier venta, cuando en realidad es una entidad en franca decadencia en cuanto a prestigio en el fútbol mundial. Y no lo digo por el ‘caso Negreira’, en el que tiene pinta de que va a salir impune una vez más frente a lo que puede pasar a Osasuna con los amaños que le van a costar la Conference. Hablo, por ejemplo, de la manía que ha cogido Xavi de hablar con jugadores con contrato en vigor en un período no permitido, sí, ese centrocampista genial que enarbolaba la ikurriña en las finales de Copa que el glorioso Barça de la era reciente ganaba al Athletic. Una búsqueda de complicidad de la que ya no quedan ni cenizas. Lo ha soltado el propio Iñigo: el técnico del Barça le llamó hace un año para dejar claro que le arrancaría de Bilbao a toda costa.
Todo el castillo de naipes manejado en Bilbao estos meses de turra diaria se ha caído por los suelos, el de que la directiva maniobró muy mal con el ‘caso Iñigo’. Lo normal es ni dirigirse a un jugador al que llama el Barça y, según sale por su boca, cuando ocurre algo así, “los demás equipos quedan en segundo plano”. Al final, el presidente tenía razón: uno quería que se quedara y el otro, marcharse. Pero tal vez, a la vista de los acontecimientos, lo que había que haber hecho es soltar amarras con esa propuesta de Elizegi que hizo suya la actual cúpula. Un sopapo tipo Amorebieta: ahora te retiro el ofrecimiento y lo hago público ante semejante lluvia de críticas. Y el representante de Iñigo no puede salir a decir que esperaban una oferta de Ibaigane que nunca llegó, cuando ya tenían una sobre la mesa, aceptada: la del Barcelona. Es evidente que la comunicación no es uno de los puntos fuertes de esta junta, lo ha destacado hoy Raúl García en una rueda de prensa en la que ha dejado claro su disgusto. Era normal que se generasen dudas con ‘Rulo’ por su temporada, pero lo mejor con alguien tan directo era comentárselo antes de acabar el año. Luego el presidente dice que todo estaba supeditado a Europa y resulta que sin la Conference en el saco se le acaba renovando. Que esta directiva está cometiendo errores de bulto que le pueden acabar pesando no lo duda ni ella. Pero tampoco le carguemos la mochila con ruedas de molino con las que no vamos a comulgar. Capítulo final.