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Hazard: de poco a menos, de menos a nada

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Hazard hace oficial su condición de jubilado futbolístico, cosa que ya ‘de facto’ era desde bastante tiempo atrás. Lo suyo entra de lleno en la relación de grandes decepciones del Madrid, fichajes coruscantes que por unas u otras razones no dieron de sí lo que se esperaba. La línea podría arrancar en Didí, alma de la Brasil campeona del mundo en 1958, fichado por el Madrid en el verano de 1959 y devuelto antes de que terminara su primer curso. No corría, y eso en el Madrid de Di Stéfano (y puede decirse que en el de cualquier época posterior) era condición incapacitante. Jugó 19 partidos de Liga. En la Copa de Europa ni compareció.

La línea seguiría por Cunningham, un fenómeno potencial pero falto de ánimo, fichaje estrella de Luis de Carlos, sucesor de Bernabéu en la presidencia. Un pisotón de Bizcocho seguido de una mala operación acabó de frenarle. Luego estuvo el caso Prosinecki, del que Mendoza esperaba que fuera su Di Stéfano e hizo peligrosos viajes a Belgrado para ficharle cuando ya Yugoslavia se descomponía en guerras; el tabaco y una inesperada fragilidad muscular le liquidaron. Y ya en la segunda época de Florentino, Kaká, fichado con una rodilla averiada y puesto en manos de Mourinho, en cuyo ideal de juego difícilmente podía encajar.

Como aquellos, Hazard parecía un buen fichaje como parche para disimular la salida del insustituible Cristiano. Venía de hacer en el Chelsea 21 goles, con 17 asistencias, y tenía un estilo relampagueante muy de levantar al público de los asientos. Pero vino gordo, mala señal. Cuando le hubieron adelgazado se lesionó, y nunca recuperó de verdad el tono. La duda es si se esforzó en ello, o se puso cómodo en la vida de suplente. A Ancelotti, que llegó poniéndole de titular en Vitoria en la Liga de su regreso, le ha sorprendido su falta de rebeldía cuando dejó de ponerle. Su influencia en el equipo fue de poco a menos y de menos a nada. No le vamos a añorar.