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“Hay que quejarse menos y luchar más”

“El cáncer me puede matar, pero no va a matar todos mis días”. La frase, tan descarnada como ejemplar, pertenece a Loida Zabala, la haltera paralímpica que encara con una entereza impactante una enfermedad terminal, después de haber superado otros muchos obstáculos en su vida, como quedarse en una silla de ruedas a los 11 años o sufrir maltrato de género. Su filosofía es parecida a la de Juan Carlos Unzué, enfermo de ELA, que afronta su situación con la misma integridad: “Estoy limitado, pero puedo hacer cosas. Vivo el momento”. Los dos se han impregnado de “los valores del deporte” para enfrentarse con esta determinación a su destino. Ambos protagonizan dos de las historias más emotivas que pudieron escucharse en el I Congreso Deporte en Positivo organizado por AS, que constó de 21 charlas que nos hicieron llorar, reír, aplaudir, reflexionar…

Marta Francés relató cómo el deporte la salvó de “la depresión y el suicidio”. Isidre Esteve nos recordó que en “el desierto del Dakar no hay sillas de ruedas”. Lola Fernández Ochoa incidió en la importancia de “hablar de la salud mental sin vergüenza”. Sara Hurtado y Julio García Mera analizaron “el agujero negro de la retirada”. Víctor Gutiérrez lamentó las dificultades que tienen todavía algunos deportes para visibilizar y normalizar a las personas LGTBI. Hubo modelos de superación. Y también mucha labor social: las fundaciones de Nadal, Gasol, Calderón y Ricky Rubio; las ONG de Bicicletas y Baloncesto sin Fronteras, el club Estudiantes… Fue un amplio repertorio de la aportación del deporte más allá del propio deporte. Un cúmulo de enseñanzas difíciles de resumir, aunque quizá puedan caber en una frase de Álex Roca tras cubrir la maratón, entre otras locuras, con una discapacidad del 76%: “Hay que quejarse menos y luchar más”.

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