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Halcones, Brahims y Endricks

Mbappé tendrá que esperar.- Era el Día M, de Mbappé. Todos los ojos apuntaban a Kylian. Los alrededores del Bernabéu se cocían entre un calor abrasador (¡señor Tebas, nunca más un partido en agosto a las cinco de la tarde!) y una marea de camisetas del parisino en todas sus variedades polícromas (blanca, naranja y gris). Este último color es el que polarizó el debut de Mbappé en su admirado Bernabéu. El campo de sus sueños infantiles acogió sus primeras zancadas, sus primeros desmarques en ruptura y sus primeros tiros a gol. Pero todavía no está en su ‘prime’, le falta esa chispa que le hará inabordable cuando esté al 100% físicamente y se haya acoplado a su nueva tripulación de viaje. Dejó detalles, pero no fue su debut soñado. Tranquilo Kylian, todo llegará.

Valverde, el ‘8′.- El uruguayo, a sus 26 años, juega con la madurez y la sabiduría de un veterano. El cuarto capitán del Real Madrid ha heredado el ‘8′ de Kroos con una entereza y un orgullo que lo dignifican. No le pesa en absoluto. Al revés. Es el heredero ideal del maestro alemán. Encima, es humilde, otro síntoma de grandeza del charrúa. Ancelotti está a muerte con él y sabe darle confianza en gestos como en esa falta en la frontal. A 28,3 metros de la portería de Hein y algo escorado. Güler y Rodrygo, dos grandes especialistas, estaban al quite. Pero Carletto, siempre sabio, le gritó desde la banda para decirle: “¡Tírala tú!”. Bingo. Valverde lanzó uno de sus misiles habituales y, aunque tocó en Juric, la pelota entraba igual. Golazo. Halconazo. También marcó el primero en Varsovia ante el Atalanta. ¡Uruguayo, uruguayo!

Los cambios.- Tras un primer tiempo tan soso, anodino, balonmanizado, previsible y ramplón, Ancelotti estuvo vivo, listo y avispado con los cambios. No todos los entrenadores se atreverían a cambiar a Rodrygo, Vinicius y Mbappé (por este orden). El catedrático de Reggiolo les ha explicado a los cracks de arriba que aquí no hay nadie intocable. Por eso dio un giro de timón al partido con la entrada de Brahim (excelso) y Modric (con Luka recuperamos el criterio en la salida de balón). Y la traca final llegó con la salida de Endrick. Un niño de 18 años que tiene las piernas de Roberto Carlos y una potencia en carrera descomunal. Un delantero que va a poner en pie al Bernabéu. Antes, Brahim había frotado la lámpara batiendo al estonio Hein con un toque tan sutil que lo hubiesen firmado Vini y Kylian. Golazo de crack. Y el malagueño completó su cuadro con una contra poderosa y un pase a Endrick. Este crío con alma de diablillo se perfiló hacia su derecha y soltó un tomahawk totalmente imparable. El Bernabéu vibró con su nuevo menino de oro. Golazo en su debut. Se coló en la fiesta de Mbappé a lo grande. Esta plantilla tiene una profundidad brutal. El que se duerma confiado, al diván...

Gran afición.- Gracias a los 70.178 valientes que desafiaron el tórrido calor de la capital, aunque gracias a la majestuosa obra del Bernabéu había dentro 30 grados, cuatro menos que en la calle. Pero todos se fueron felices con el 3-0 y con los golazos en la última recta de Brahim y de Endrick, a los que corearon con orgullo. Me lo dice Diego Domínguez, brillante medalla de bronce olímpico en C2 500 en París. El piragüista de 21 años me dio un abrazo antes del match y mostró su ilusión como gran madridista que es. Una medalla olímpica con ADN blanco. Y va el 3-0 por la familia Cousiño, con raíces gallegas. Viven en México. Vikingos de bandera.

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