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‘Grizi’ y aquel primer regalo de Zidane

Su primera vez frente al Madrid vino en uno de esos días en los que Griezmann se entrenaba en Zubieta a las 18:30 horas, cuando salía del colegio. Eric Olhats se le había acercado al inicio de la temporada, en aquellos septiembres en los que los días comenzaban a ser cortos para caer sobre su ánimo y sus ganas de regresar a casa, Mâcon, con una propuesta: “¿Quieres ser recogepelotas en Anoeta?”. Por eso el primer Madrid que tuvo enfrente fue el de los galácticos. En cuanto el partido acabó saltó una barrera y corrió hacia Zidane para pedirle su camiseta. Zizou la tenía ya comprometida pero, al ver su decepción, le pidió al niño Griezmann que le acompañara al vestuario para regalarle una victoria mejor: el pantalón que vestía.

Cuando muchos tiempo después volvieron a encontrarse en el Bernabéu, el niño Griezmann ya se había convertido en Grizi, estrella del Atleti, y Zidane hacía un mes y medio que se había convertido en entrenador del primer equipo del Madrid. Antoine le agradeció lo de antaño marcando el gol de la victoria con un contragolpe rápido como una cuchillada para embolsarse tres puntos y al Calderón. La última vez que al Madrid le marcó aún no sabía cuánto y profundo se podía añorar la rojiblanca. La última vez que al Madrid le marcó era 2019 y le quedaban unos meses para irse al Barça. La última vez que al Madrid le marcó fue hace cuatro años.

Griezmann es uno de esos futbolistas que dan la seguridad de una madre, que se sabe que nunca te fallan. El mejor futbolista de LaLiga pasada, el más decisivo, sístole y diástole de este Atleti. Cuando está, se nota. Cuando no, se pena. Y esta temporada ha comenzado como si siguiera siendo pretemporada en sus piernas, aún pesadas. Solo ante la Lazio asomó el mismo de siempre. El último partido antes del derbi. En el momento ideal. Cuando en el horizonte vuelve a asomar el Madrid y el Atleti necesita de su sonrisa como nunca...