Antoine Griezmann mostró en los Premios AS lo que es, una persona feliz y que quiere que los demás sientan lo mismo. Llegó junto a sus compañeros del Atlético y mostró esa alegría que quiere compartir con todos. Griezmann parece que ha encontrado ese equilibrio tan necesario: afortunado en la vida familiar y orgulloso de formar parte de esa otra familia, la rojiblanca. No es fácil conseguir algo a priori tan simple. No es sencillo sentirse bien con uno mismo y con los otros. Antoine enseñó esa sonrisa que le representa y que le ha caracterizado en el Atlético. Estuvo atento con todos, cercano, conocedor de lo que es para una afición que le quiere y le ve como uno de los suyos. En tiempos tan complicados, ir al estadio a ver jugar a Griezmann es sinónimo de alegría, de sentirse afortunado. Un privilegio. Muchos, entre los que me incluyo, consideran que es uno de los mejores futbolistas de la historia del Atlético.
AS quiso premiar a un jugador que pronto se convertirá en el máximo goleador histórico del club madrileño. Se dice pronto. Muchos goles, en muchas competiciones. En casa y fuera. Un gol supone compartir muchas cosas con las personas más queridas, con el del asiento de al lado con el que tantos años has acudido al estadio, con el que fue tantas veces y ahora ya no está…. Un gol supone la máxima felicidad. Y Griezmann nos hace felices. Y nos lo hará aún más. Estoy convencido de que nos quedan aún grandes momentos por celebrar. Y en los que sacará esa sonrisa como de niño agradecido, esa sonrisa que le identifica. La que mostró en los Premios AS.
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