Gattuso quiere ser el Simeone del Valencia
Gennaro Gattuso le da glamour, estilo y personalidad a un Valencia que se ha mal acostumbrado a la mediocridad. Desde que Lim destruyera el equipo campeón que tenía con Marcelino, el Valencia no ha vuelto a dejarse ver por Europa, siendo novena su mejor clasificación desde entonces, con el oasis competitivo de la última final de Copa del Rey disputada en Sevilla, donde se constató en sus calles y en La Cartuja que la grandeza del Valencia radica en su afición.
Gattuso ha llegado con la ambición de un campeón del mundo, con un currículum que en la era Lim solo presentaban Prandelli y a escala nacional Marcelino y con el respaldo más parecido por parte del dueño al que en su día tuvo Nuno. Su propuesta futbolística es acorde a la de un equipo con el pedigrí del Valencia, sus códigos han calado entre sus chavales y su mensaje de puertas hacia fuera está en sintonía y oxigena a la propiedad, que es tierra quemada por Mestalla.
Gattuso, así lo dijo él, aspira a ser el Simeone del Valencia, quién llegó a un Atlético en vacas flacas. A Gattuso, como a todos, le juzgarán los resultados. Pero el Valencia, además de ganar, necesita estabilidad, proyecto. Y eso es tiempo. Más cuando, a la espera de Cavani y con la salvedad del incógnito André Almeida y Castillejo, lo que tiene Gattuso es el sentimiento de los Gayà, Guillamón o Soler y un armario de prestado (Lino, Nico, Ökzacar o Bryan Gil, que está por llegar). Despacito y con buena letra.