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Ganar y dar carpetazo a las dudas

Las aguas bajan raras por Donostia. Fluyen turbias. Las salidas de Le Normand y Merino cogieron a la directiva con el paso cambiado y el mazazo se ha hecho sentir desde la planta noble hasta el subsuelo de Anoeta. Todo era alegría el año pasado en la Champions. Pero eso se acabó. La comparecencia de Roberto Olabe ayer es un episodio más. Cita a los medios para un desayuno de trabajo. ¿Trabajo para quién? Porque si es para los comparecientes habrá que dejarles desarrollar su labor.

Aunque sabemos que el director de fútbol txuri-urdin es diferente a casi todos sus colegas, el formato desesperó a los informadores. No se podía grabar ni audio, ni vídeo. ¿Para que se citó a teles y radios? Sí se podía publicar en los medios escritos y decir con la voz del comunicador todo lo que comentara en el encuentro el propio Olabe. Surrealista.

Y luego está lo de Imanol, que ve fantasmas con “gente que estaba escondida” estos cinco años y ahora anda pasando supuestas facturas. ¡Pues a devolverla a sus cuevas hoy con un partidazo! Su crédito es infinito, pero, aunque suene a contradicción, lo sigue marcando los resultados. Que nadie dude de su legado: la garantía de clasificación europea, la implicación, identidad con unos colores y pasión. Pero en esta fabulosa travesía nos hemos perdido algo: la Real quiere ser cada vez más grande pero exige un trato cariñoso, de equipo de pueblo, no recibe de buen grado el roce crítico que se dispensa a los grandes cuando las cosas van mal. En fin, esto, el deficiente juego del equipo y los malos resultados serán pasado si hoy se gana en Niza.

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