OPINIÓN

Fuerte oleaje en el Barça

El conjunto azulgrana ha acabado de mala manera el 2023 y 2024 comienza con un Clásico en el Palau que pueda agrandar su crisis.

Roger Grimau, entrenador del Barcelona, ante el Alba Berlín.
Filip Singer
José Ignacio Pinilla
Licenciado en Periodismo por la Complutense, comenzó en AS en maquetación en 2010. Tras su paso por fútbol, se unió en 2014 a baloncesto. Ha cubierto en directo la Supercopa de 2020, las Copas de 2020 y 2021 y partidos de España de las Ventanas. También el Eurobasket femenino de 2023. Escribió sobre la pandemia de la COVID en el confinamiento.
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El Barça reseteó este verano en todas sus secciones. Necesidades económicas apremiantes para dar flexibilidad al fútbol que perforaron el proyecto del Palau. El de Sarunas Jasikevicius y el de Nikola Mirotic. El de las tres Final Four seguidas y el de los cuatro título, dos por barba entre la Liga Endesa y la Copa del Rey. Un borrón y cuenta nueva que se llevó por delante al lituano y al montenegrino para arrancar la era Roger Grimau y Willy Hernangómez.

Adiós a la disciplina castrense de la que se quejó Álex Abrines. Hola a un estilo más libre, más rápido, más atrevido. Destinado a la diversión. Que empezó con dudas, que se afianzó en noviembre, resistiendo el ritmo imparable del Real Madrid: los azulgranas son los únicos que han perdido por menos de 5 puntos en el WiZink Center en la Euroliga. Las victorias blancas son por 16,4 tantos de media en su casa en Europa. Pero la luna de miel, la inercia que da la novedad y la pasión del nuevo romance parecen haber acabado con un mes de diciembre negro.

Grimau y sus chicos han perdido seis partidos en el pasado mes de diciembre. La misma cantidad que en los tres meses previos entre la competición doméstica y la continental. Y lo peor las formas. De equipo perdido que ha tocado fondo con dos palizas de aúpa ante el Unicaja y el Mónaco por 20 puntos. Sin respuesta ni en pista ni en banquillo. Dejando al aire las costuras y las debilidades del proyecto. Han pasado de estar cerca del eterno rival a terceros en ambas clasificaciones a una distancia sideral de cinco victorias. Todo un mundo que ha disparado las alarmas en la Ciudad Condal.

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Navarro tiró de las orejas a los jugadores y perdonó al entrenador, a un Grimau que es su apuesta personal para una temporada que iba a ser dura, pero que lo está siendo aún más… y ahora toca el Madrid este miércoles. Y los blancos no necesitan oler la sangre para ir a degüello en un Clásico, pero claro si pueden morder para profundizar en la herida y en su crisis no se van a quedar quietos. La presa y el resultado son demasiado suculentos para dejar pasar la oportunidad porque una crisis en Barcelona es alegría en la capital. Veremos, pero la cuesta de enero empieza difícil para el Barça.

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