Flick no fue Daucik por una uña del pie y un flequillo
Sacchi, su gran impulsor en la figura de Baresi, lo llamó “atacar el ataque del adversario”. En manos de Flick, directamente supone una transformación en tiempo récord del obsoleto ‘tiqui-taca’ del Barcelona. Una operación quirúrgica, arriesgada como a corazón abierto. Porque solo con bisturí se puede diseccionar la existencia de cada fuera de juego rival, como le ocurrió a un Espanyol que corrió esa (mala) suerte en dos ocasiones, dos goles anulados, por una uña del pie de Omar y por el flequillo de un sobresaliente Jofre. Impotencia blanquiazul en su retorno a Montjuïc, sublimada en otros dos penaltis que reclamó sin éxito, en la lesión de Kumbulla y en un primer tiempo para el olvido, que aprovecharon Yamal y el excanterano perico Dani Olmo para resolver el derbi.
A pesar de que creció en la segunda mitad, con el gol de Puado y sin conceder ninguno, amén de dos penaltis reclamados, y de que el encuentro deparó buenas noticias en clave de futuro como los debuts en Primera de Bauza y Justin Smith, lo mejor para el Espanyol del choque es que se acabó. Y que, superada la visita al dentista, el temido récord de la mayor goleada en la historia de los derbis en Liga sigue en posesión perica. Fue el 6-0 del 15 de abril de 1951, que curiosamente se sustentó en la táctica del fuera de juego. Aquella vez, Daucik trató de implementarlo para el Barça con tantísimos descuidos que entre Grau, Arcas, Marcet y Egea avasallaron a Ramallets. Ni este Espanyol es aquel de Sarrià, ni Flick fue Daucik, aunque por un flequillo.