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Extremoduro Manolo

En la entrevista de AS con Manolo González de esta misma semana, le preguntábamos si firmaba en lo que queda de temporada mantener la tendencia que llevaba desde que tomó las riendas del primer equipo –dos victorias, dos empates y ninguna derrota–. O sea, la media inglesa. Y el entrenador del Espanyol sonreía con esa picardía del fútbol de barrio, del ‘working class hero’, aunque respondía que “la media buena será la que sirva para subir”.

Aislando los pormenores de los 90 minutos en Butarque, como su expulsión por exclamar “a tomar por c…” (debería alegar el club ante Competición que es fan de Extremoduro), dos lecturas quedan claras. Una es que de seguir esa media inglesa que se prolongó también ante el Leganés, el Espanyol subirá. La otra, que el equipo al fin ha encontrado el camino. Más vale tarde que nunca.

Como en su sonrisa sobre la media inglesa (cuando entrenadores anteriores ni sabían lo que era) o su expresión desde el banquillo, Manolo es transparente, cristalino, sin dobleces ni medias tintas. Por eso era fácil entender la titularidad de Sergi Gómez, ya automáticamente renovado, que él sostiene sobre su mayor velocidad con respecto a Víctor Ruiz, en un contexto de defensa más avanzada como el que dispuso el Espanyol en Butarque.

Manolo González, en el banquillo de Butarque, antes de ser expulsado.
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Manolo González, en el banquillo de Butarque, antes de ser expulsado.RCDECarlos Mira

Por eso, tampoco sorprendía tanto la entrada de Gastón Valles, por esa meritocracia que explicaba en este periódico hace unos días. O el planteamiento de partido largo, pero valiente, a sabiendas de que una derrota ante el Leganés hubiera dejado una de las dos plazas del ascenso directo impracticable. No se podía repetir el inicio sobreexcitado que se dio contra el Albacete, y lejos de ello el equipo fue regulándose de menos a más, hasta el último instante. Sin los sempiternos errores individuales, atacando por dentro y por fuera, llegando con claridad…

Y, vaya por dónde, ahora que el Espanyol ha conseguido al fin cerrar con llave la portería, majestuosamente defendida por un Joan García que parece haberse pasado jugando estos dos años largos de suplencia, lo que no entran son los goles. Quizá la única ansiedad todavía curable del conjunto perico pasa por apresurarse demasiado en la toma de decisiones de los últimos metros. Surtir de balones más precisos a un diamante como Martin Braithwaite.

El danés, por cierto, regaló en su regreso a Butarque una preciosa asistencia de gol a Nico Melamed, la que terminó en el no-penalti. ¿Derribó Diego Conde al canterano, o fue al revés? Hay tantas opiniones como cabezas, que decía Tolstoi. Lo único válido hoy es que el Espanyol seguirá en ascenso directo. Y que, para mantenerse ahí, deberá derrotar en casa la próxima semana al Andorra, con Manolo González en la grada. La media inglesa dará el ascenso. Y seguirá sonando el primer disco en directo de Extremoduro.

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