NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

En 2020, después de otra vez caer en cuartos del Mundial de 2019, la FA decidió que tenía que dar un cambio de timón para intentar llegar a ‘su’ Eurocopa con opciones reales de lograr el título. Y para ello consiguió hacerse con los servicios de Sarina Wiegman, la entrenadora que había ganado la Eurocopa en 2017 y metido a Países Bajos en la final del Mundial en 2019. Y la seleccionadora lo ha vuelto a lograr, como en 2017, con un público entregado, buen juego, goles, una final llena de emoción y consiguiendo que todo un país se aficione al fútbol femenino. Porque todos sabemos que los títulos marcan tendencias y el crecimiento de un deporte, en gran medida, depende del éxito de su país internacionalmente.

Sarina se ganó a la FA, después a las jugadoras, a las que convenció que se podía ganar este título y ha mantenido un bloque desde el inicio de este torneo. De hecho, por primera vez en la historia una selección ha repetido el mismo once en todos sus partidos en una Eurocopa. Pero no sólo por las que saltaban al campo, también con sus cambios. Ante España, sus decisiones cambiaron el partido. En la final Toone, que acababa de salir, marcó el 1-0 y Kelly el tanto de la victoria. Sarina ha creado un equipo en tiempo récord, un bloque que tiene multitud de registros y saben qué hacer en cada momento. Pero sobre todo ha hecho creer a todos, a sus jugadoras, a los dirigentes y, a la afición que ha sido el jugador número doce.

No hay que olvidarse de Alemania. Gran competición para las germanas que si algo tienen es que siempre están ahí. Han dominado con mano de hierro el fútbol femenino europeo durante décadas y también el mundial. Pero la igualdad y el crecimiento de este deporte ha provocado que cada día sea más difícil mantener el reinado. Han sido semanas de un gran espectáculo, de una fiesta del fútbol que, esta vez, no ha ganado Alemania. Ha ganado el fútbol femenino...