Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

España salva al fútbol

De Berlín a Berlín, España ha cerrado el círculo en esta gloriosa Eurocopa. Ganar siempre está bien, pero hacerlo como lo ha hecho tiene un mérito doble. Y, sobre todo, un encanto particular. La Selección se ha liberado, sin perder su predilección por el buen gusto. Ha dejado atrás la retórica machacona de la posesión solo por la posesión y se ha renovado a partir de premisas trascendentales en el fútbol de hoy como son la verticalidad, el regate y la profundidad. Ha sido una gozada ver a este equipo y asistir a la reivindicación personal de Luis de la Fuente, al que equivocadamente muchos (me incluyo) juzgamos para mal apresuradamente. España ha sido de largo el equipo más atractivo del torneo y encima ha alcanzado la cima. No podía hacerlo la ramplona Inglaterra. Por el bien de todos. El triunfo español ha superado todas las expectativas y, quizá, haya venido para salvar al fútbol de tanta racanería.

Eso sí, en la final, la Selección se mantuvo fiel a sí misma con matices. No le dio ningún ataque de estilo, tampoco de entrenador a Luis de la Fuente. El once fue el esperado con los regresos de Carvajal y Le Normand ―no había motivos para que no lo fuera―, pero el vértigo del escenario atrapó a la Selección mucho tiempo. Faltó asumir más riesgos con el balón y más dinamismo. Hubo demasiado cuidado en no perder la pelota en zonas complicadas y así pasó el primer tiempo sin que apenas sucediera nada. Inglaterra estuvo cómoda con ese 1-4-4-2 de Southgate relativamente hundido en fase defensiva, que emparejó a Foden con Rodri. Neutralizado el mediocentro, solo Laporte aportó viveza con algunos pases entre líneas interesantes o alguna conducción para romper desde atrás. No hubo noticias de Lamine y Nico, a los que España los encontró tarde y mal. Walker asfixió al del Athletic y el extremo del Barça no actuó con el descaro que solía. Se jugó a la velocidad y a lo que quería Southgate, en perjuicio del espectáculo y las opciones de España.

Pasado el primer tiempo, con el percance de Rodri que le dejó fuera, la Selección comenzó como un tiro tras el período de reflexión. Un desajuste defensivo de Inglaterra, un toque preciso de Carvajal, la zurda de Lamine, los movimientos de arrastre de Morata y Olmo y la aparición decisiva en el lado débil de Nico propiciaron el cambio de guion que se necesitaba. No paró ahí España, ni Lamine tampoco. Con una posición intermedia entre fuera y dentro, que Shaw nunca entendió, puso a la Selección en dirección a la portería de Pickford. Si impresiona verle en el uno contra uno en la banda, no se le conoce techo cuando aparece en ubicaciones interiores por ese punto de genialidad que maneja. Se aprovechó también para hallar su espacio del trabajo que no se ve de Morata, las anticipaciones de un Zubimendi que entró como si hubiera jugado todo el torneo y la lucidez de Olmo en la mediapunta.

Pero enfrente había un rival con más vidas que juego. De Inglaterra se temía tanto cromo de verdadero lujo y la resistencia a la derrota que había mostrado, que dibujaba un cierto paralelismo con el Madrid. De alguna forma, si habían llegado a la final de la forma en la que lo habían hecho debía ser para hacerse con la misma. Southgate reaccionó con la entrada Palmer y dejando que Bellingham irrumpiera en la base y en el área. De una mala lectura en la presión de Cucurella, que luego se redimiría, nacieron el empate y las dudas de España. Sin embargo, la moneda, por más que se empeñara Inglaterra, no siempre sale cara, y ante el mejor equipo de la Eurocopa no le valía con ese plan de mínimos. Desaprovechar tanto talento durante tanto tiempo debería estar penado por ley.

España también va sobrada de calidad y no renuncia nunca a ella. Olmo lanzó la jugada del gol, Oyarzabal le dio continuidad y la finalizó y Cucurella apareció como un cohete por la banda. Campeones de Europa en un acto de verdadera justicia. El cómo también importa.

Oyarzabal, origen y final

Ampliar

Olmo recibe desahogado y conecta con el delantero. Todo lo que hace Oyarzabal, desde la dejada hasta el remate pasando por el desmarque, es perfecto. Cucurella llega muy solo por la izquierda.

Normas