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España rehabilita su imagen a lo grande

Al quinto partido, título de por medio, la España de Luis de la Fuente rompió a jugar. Porque ni tan siquiera en el periplo exitoso de la Nations League se vio a una Selección convincente. En Tiflis lo fue, pese a ensuciarse en el inicio del segundo tiempo, con una actuación que mezcló verticalidad, amplitud y profundidad para descomponer a Georgia. El 1-4-1-4-1 con recepciones interiores de Gavi, Fabián y Morata (también los extremos en alguna ocasión) provocó un boquete en el bloque de Sagnol. A la espalda de los pivotes de Georgia cualquier jugador español podía intervenir con cierto desahogo al no saltar tampoco los centrales, referenciados por el propio Morata. Sagnol no corrigió esta situación hasta pasado el descanso con la goleada ya decretada. España puso ritmo a su circulación, miró siempre la portería de Mamardashvili y lanzó las entregas al espacio. Fue un recital por momentos que coronó con una presión bien cohesionada en la que las anticipaciones de Le Normand y Laporte funcionaron.

En la secuencia volvió a destacar la aportación de Rodri, a un nivel superior a cualquiera. Es cierto que no tuvo mucha oposición y pudo dirigir las operaciones con relativa facilidad. Aun así, descorchó todo su fútbol con una lección de criterio e inteligencia. También estuvo magnífico Morata, no solo en el remate con su triplete, sino con su participación para descargar y hacer fluir el juego. Y a Gavi se le vio mejor que en el Barça, hecho que es más habitual de lo que pueda parecer. Quedó un encuentro perfecto para hacer debutar y ver marcar a Lamine Yamal, encajar a Nico Williams y ratificar la utilidad de Merino. Así España jugó un partido estupendo, mejor que nunca con De la Fuente en un momento delicado, que le sirve para restituir su condición futbolística y aliviar el inoportuno trance clasificatorio. España pasó una pantalla y se espera que haya más como esta.

La ruptura desde dentro

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Desmarque de Fabián entre las líneas georgianas para recibir de Gayà en posición ventajosa. Los de Sagnol no enciman ni al pasador ni al receptor.