España ha crecido con las Ventanas
La Selección de baloncesto regresó en estos últimos días para disputar dos partidos de las polémicas Ventanas FIBA frente a Italia y Holanda, que han conducido a la clasificación para el Mundial 2023. Era su reaparición después de coronarse campeona en el último Eurobasket. Cinco de aquellos héroes de Berlín han repetido en esta convocatoria, además del seleccionador, lo que demuestra que la frontera está cada vez más difuminada entre la Selección de los grandes campeonatos y la que pelea por el pasaporte. No siempre ha sido así. En las primeras Ventanas, el grupo que salía a competir era claramente un equipo B o C. La ausencia de los jugadores de la NBA y de la Euroliga, que se mantiene, presentaba una diferencia abismal entre una y otra. Algunos de ellos, como premio, lograron entrar en el Mundial o en los Juegos Olímpicos, pero su papel no fue decisivo en esas fases finales. Eso ha cambiado. Las numerosas bajas previas en el último Europeo obligaron a tirar de los jugadores de las Ventanas, que consolidaron un rol importante en la conquista del título. Ya nadie ve a Alberto Díaz, por poner un ejemplo, como un secundario. Sergio Scariolo, con su magia habitual, ha conseguido que España exhiba el mismo espíritu batallador y solidario, que tenga su seña de identidad, con unos jugadores y con otros.
Pese a sus temores iniciales, a España le ha ido bien con las Ventanas. Es la vigente campeona del Mundo y de Europa, no lo olvidemos. Unos temores que sí han golpeado a otros países. Que la Selección haya sobrevivido a este método de clasificación, e incluso que haya crecido con él, no significa que sus defectos embrionarios hayan desaparecido. La Eslovenia de Doncic se quedó fuera del Mundial 2019. Y esta vez, para el de 2023, no estará la Turquía de Larkin y ya veremos qué ocurre con la Serbia de Jokic. El sistema FIBA todavía dispara contra su propio pie.