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España añade la entereza a sus recursos

Primero, Italia (2006). Después, Alemania (2014). Ahora, Francia (2018). Para la Selección española, esta Eurocopa es un continuo de campeones mundiales, realidad que constata el mérito del equipo, que también defiende su prestigio de campeón del mundo en 2010. De un plumazo se han reunido todos los equipos que han marcado el recorrido del fútbol europeo en los últimos 20 años. Brasil, ganador del Mundial de 2002, y Argentina, vencedora en 2022, han sido las defensoras del pabellón sudamericano.

Francia es el rival de España en semifinales. Ingresó en la competición como favorita en los pronósticos, al contrario que la Selección española, que venía de varias decepciones y un buen número de jugadores sin romper a figuras en el fútbol europeo. Tampoco ayudaba la inestabilidad en la parte administrativa de la Federación, sometida a denuncias, investigaciones y gran ruido mediático en los últimos meses. El Caso Rubiales profundizó en el desaliento general. Sin embargo, el fútbol sigue designios inescrutables.

La Selección ha alcanzado las semifinales con cinco victorias, éxito que se corresponde con su alto grado de rendimiento. No se ha visto hasta el momento mejor equipo que el español, ni más atractivo. Todos sus partidos han superado el notable. Contra Italia, la nota fue insuperable. Aquella noche no se podía jugar mejor al fútbol. Se identificó también la crisis italiana. Su victoria en la Eurocopa 2021 resulta anecdótica en la sucesión de fracasos en los últimos 18 años.

Alemania ofreció toda clase de problemas a España, como no podía ser de otra manera. Había ofrecido estupendos síntomas en los partidos anteriores. Dominó con comodidad algunos (Escocia), se resistió a la derrota en otros (Suiza) y remontó con poderío contra Dinamarca en los octavos de final. Su condición de local ha añadido un factor muy favorable al equipo de Nagelsmann. Por primera vez desde 2014, los aficionados alemanes detectaban cualidades notables a su equipo.

España respondió con personalidad a un partido sabroso, digno de una gran competición, frente a un rival que ofreció detalles diferentes a los habituales. Por ejemplo, la superpoblación de centrocampistas (Can, Kroos, Gündogan, Musiala y Havertz), una idea muy española del fútbol, de cuando Xavi, Busquets, Alonso, Iniesta, Fàbregas y Silva podían reunirse en la alineación titular, como sucedió en la final de la Eurocopa 2012, contra Italia.

De la Fuente no modificó la alineación, ni el sistema. Pedri, que figuraba como dudoso en las quinielas, entró en la alineación titular, una muestra impagable de confianza del seleccionador. Duró poco porque Kroos eligió una versión infrecuente, casi desconocida. Golpeó duro desde el principio, con la anuencia del árbitro inglés, se supone que en señal de respeto al jugador alemán, principal protagonista en la narrativa sentimental de la Eurocopa.

Mientras España mantuvo a sus dos extremos en el partido, las cosas estaban claras para los dos equipos. La Selección tenía pimienta para correr y amenazar. Alemania deseaba controlar el ritmo, pero temía lo que ocurría a la espalda de sus centrocampistas. Rodri y Fabián dictaban las operaciones con seguridad. Dani Olmo, que ingresó por Pedri, se reivindicó con una fenomenal actuación. Media punta al principio, extremo izquierdo tras la sustitución de Nico Williams, Olmo respondió en todas las posiciones y en todos los momentos del encuentro. Olmo marcó el primer gol y su centro precedió al segundo, a cargo de Merino, cuyo crédito como cabeceador siempre ha sido muy alto. En esta ocasión, su cabezazo incluyó el grado acrobático que hace felices a los fotógrafos.

Entre los dos goles, Alemania colocó a España en una posición desconocida en esta Eurocopa. Demasiado hundida, perdió el control del juego y se expuso a la tonelada de centros que volaron sobre el área de Unai Simón. Tenía sentido porque Füllkrug es el ariete alemán de toda la vida. El joven Wirtz añadió la calidad necesaria para inquietar a la defensa. El empate no sorprendió a nadie. La prórroga declaró más la personalidad del equipo español que sus posibilidades atacantes. De eso suelen tratar estos torneos, de mostrar entereza y vigor mental en los momentos difíciles. En la Selección destacó esta faceta: ganó entre sufrimientos, lo hizo en campo alemán, ante un excelente rival y dejándose pelos en la gatera. Carvajal no podrá medirse con Mbappé el martes.

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