Enterrando las palancas de guerra
Mientras escucho al presidente del Gobierno decirle a Feijóo que en España no va a haber medidas dramáticas, ni apagones ni racionamiento de butano, reviso lo que he escrito sobre el Barcelona en esta columna durante todo el verano. Me releo y solo veo oscuridad. Me veo augurándoles a los culés un futuro lleno de medidas dramáticas, apagones y racionamiento de butano por hacerle caso al flautista Laporta y no puedo sino compadecerme de mí mismo. No por estar equivocado, que eso ya lo veremos dentro de unos años, sino por ignorar que el fútbol, como el amor, lo puede todo. Y mucho más, claro, en verano. Los críticos de Laporta somos ahora la espuma que se escurre entre los pies después del último baño.
La pelota estaba embarrada, pero giró una vez, giró dos y a la tercera llegaron los goles de Lewandowski y la clase nítida de Ansu Fati. Está claro que quedarse en el segundo giro, afeándole las artimañas a Laporta, supone engañar al personal. Peor aún: supone perder el foco del equipo más ilusionante, por nuevo, loco e improvisado, del fútbol español. Diría que del fútbol europeo si el Nottingham Forest no hubiera entrado al mercado de fichajes para husmearlo, revolverlo y desvalijarlo como casa de futbolista en verano. Por suerte ya llega la Champions y el Barcelona ofrece suficientes alicientes sobre el campo para redimirme y hablar un poquitín de fútbol.
En ese sentido, no puedo esperar a ver el tridente Lewandowski-Raphinha-Dembélé en acción. Pasar de Memphis al polaco es un upgrade semejante al que ha experimentado Xavi desde que se compró pantalones nuevos. Tampoco quiero dejar de averiguar si este será un año de madurez para nenes como Pedri, Koundé o Gavi. ¿Se quemarán en la presión del ganar o morir o seguirán liderando contra pronóstico? Y no quiero perderme, porque los aficionados somos así de morbosos, el atardecer de dos leyendas como Busquets y Piqué. Ni el salseo que derive de ello ¿En qué nivel está Xavi respecto a los entrenadores que mandan en Europa? Quiero ver todo esto. Quiero, sobre todo, hablar menos de economía y más de fútbol.