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En la noche de Pelé, Piru Gaínza fue el héroe del Bernabéu

Aquel Real Madrid-Santos en el Bernabéu de 1959 dejó varias historias paralelas más allá de la impactante llegada de Pelé, que a sus 18 años ya quería discutir a Di Stéfano (32 años por entonces) su condición de número uno mundial. Esa velada con Chamartín abarrotado por 110.000 aficionados, dejó historias que merecen ser res catadas del baúl de los recuerdos. Antonio Ruiz, el infatigable mediocentro murciano que salió en el once de gala, nos recuerda que al ser amistoso el Madrid alineó a dos jugadores que no estaban en plantilla. Al bético Luis del Sol, que ficharía por los blancos apenas unos meses después, y Piru Gaínza, el legendario extremo izquierdo del Athletic. “Piru era buen amigo y me confesó que jugó ese partido gracias a don Santiago, dado que Bernabéu era un gran admirador de él”. Resulta que unas semanas antes se enteró Gaínza de su retirada “por la prensa”. Con 35 años cumplidos, 496 partidos y 152 goles en San Mamés, le dolió enterarse así de que su carrera en Bilbao había llegado a su fin. Bernabéu le dijo: “Piru, entrénate a tope estas próximas semanas que vas a jugar el partido ante el Santos de Pelé”. Y así hizo. Jugó un primer tiempo primoroso, logrando que Paco Gento, por una vez en su vida, jugase en la banda derecha. El Madrid se fue con 3-1 al descanso (tes goles de Mateos, a pase de Di Stéfano) y en el descanso fue sustituido como estaba previsto. Antonio Ruiz relata lo que pasó a partir de ahí: “Al anunciarse por megafonía el cambio, todo el Bernabéu se puso a corear el nombre de Piru. Gaínza se emocionó tanto que tuvo que saltar al césped a saludar a la grada entre lágrimas. Me miró y me dijo que era una pena que no hubiese podido jugar unos años con el Real Madrid. Siempre nos mostró mucho cariño y respeto”. Gaínza no jugó de blanco porque esa noche el Madrid vistió de morado como cortesía al Santos, que vestía de blanco impoluto. Pero Piru pudo contar a su gente de Bilbao que un día fue la estrella del Real Madrid.

El otro gran protagonista de la noche mágica de aquel homenaje a Miguel Muñoz fue Pelé. Antonio nos cuenta cómo fue ese arranque explosivo del joven crack brasileño: “Apenas llevábamos diez minutos de partido. Vi que cogió la pelota en el círculo central y empezó a avanzar con velocidad, en dirección a mí. Al ver que le iba a cerrar el paso giró a la izquierda, donde estaba Santisteban. Grité: Juan, cuidado, pero antes de acabar la frase el balón ya estaba dentro de la portería de Berasaluce. ¡Vaya galleta soltó al balón!”. Pero si seguimos la secuencia de la velada, Pelé no volvió a ver puerta. Antonio tiene parte de la clave de esa sequía posterior de Pelé. “Decidí coger su marca personal, sin consultar al banquillo ni nada. No podíamos permitir que nos machacase. Reconozco que le di dos buenos leñazos para marcar territorio. El segundo fue un penalti tremendo, pero lo hice porque iba a macar gol y me negaba a aceptarlo. Le mandé contra la valla de publicidad que había detrás de la portería. El penalti lo metió Pepe. Se me quejó un par de veces Pelé, pero le expliqué que esto era el Madrid y el Bernabéu, no el Maracaná. Era un buen chico”.

Al día siguiente fue Antonio al quiosco a comprar la prensa y su orgullo fue ver un titular común: “Pelé no brilló como se esperaba”. El murciano lo tiene claro: “Puse mi granito de arena para que así fuese. Eso ayudó a que don Santiago entendiese que no había que tirar la casa por la ventana para ficharlo, aunque Pelé hubiese venido encantado. Esa noche se quedó enamorado del madridismo y del ambiente del Bernabéu. De todas formas, el Santos siempre se negó a venderlo, obligándole a hacer toda su carrera de club allí”. Ese verano llegó Didí, compañero de Pelé con la canarinha en el Mundial ganado en Suecia un año antes. Pero esa es otra historia...