En el Atleti se celebra todo lo bueno que le pase a Correa
Correa llegó al Atlético con 19 años y ya es el segundo extranjero con más partidos en la historia del club. Pero, para cualquiera a quien preguntes de puertas para dentro, es un chico de la casa. Prácticamente un canterano. Y fuera, parecido. La afición sabe que Angelito es un futbolista especial. Para lo bueno y para lo malo. Capaz de hacer cosas que a ningún otro jugador se le pasan por la cabeza. Su año más especial como rojiblanco seguramente fue 2021. De aquel abrazo paternal del Cholo, tras fallar una ocasión de gol en Sevilla, al puntín para la historia en Valladolid. Entre recortes y filigranas en la frontal, con el Atlético jugándose la Liga, al 10 se le ocurrió meter un punterazo raso y casi a cámara lenta. Campeones.
Tampoco la vida se lo ha puesto fácil a Correa. Muy pocas cosas son sencillas en el barrio de Las Flores, en Rosario. Allí creció y allí tuvo que sostener a su familia cuando falleció su padre. Ángel tenía diez años y le tocó entender el fútbol como un juego y como una responsabilidad. A Rosario regresó hace unos meses, tras haber perdido a su madre en abril. Volvió, eso sí, como campeón del mundo y vio el mural que le han hecho sus vecinos como reconocimiento. Correa es querido en su tierra y lo es en Madrid, en el Atlético, su casa desde hace casi diez años. Y las cosas buenas que le pasan se celebran más.
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