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El VAR pone la puntilla a la insoportable tragedia del Espanyol

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Tiempo habrá para abordar los múltiples errores propios, de dimensiones bíblicas, que han acabado con el Espanyol en Segunda. Pero el último episodio, el que terminó con la inquebrantable fe, con la increíble esperanza en la permanencia que le estaba otorgando el 1-2 en Mestalla, obedece a factores externos. A unos arbitrajes dudosos y un VAR que se ha inhibido en los momentos más decisivos, los que han acabado propiciando un terrible descenso. Llegaba escaldado a Valencia el equipo de Luis García, tras pedir la impugnación del partido ante el Atlético por el escandaloso gol fantasma de Griezmann, y obtuvo dos tazas más de desidia. La del segundo tanto de Montes, era el 1-3, que no subió al marcador por una más que discutible falta sobre Mamardashvili. Y, en menor medida, la de una posible falta de Gayà a Braithwaite en el inicio de la jugada del 2-2.

Gil Manzano, en el Valencia-Espanyol.
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Gil Manzano, en el Valencia-Espanyol.JOSE JORDANAFP

Tan estrecha es la distancia entre el éxito y el fracaso como irreductible fue en Valencia la fe del espanyolismo hasta el desenlace que nadie esperaba que fuera tan cruel. El empate en el añadido, y que encima significara el descenso matemático. El fiel reflejo de lo que ha sido una temporada inhumana, insoportable, en que prácticamente ninguna semana pudieron ni el equipo ni sus aficionados vivir en tranquilidad. Y que ha acabado con las llamas del infierno. Sólo la reacción final, la mejoría en juego (que no en prestaciones defensivas) ya con Luis García hace albergar nuevas esperanzas, ahora en el ascenso. Chen, como primer responsable, Catoira, Diego Martínez, el propio Luis, los jugadores… Todos son responsables del segundo descenso a Segunda en sólo tres años. Y los arbitrajes han puesto la puntilla. Demasiado dolor. Una auténtica tragedia.