El Valencia huele mal, muy mal
El Valencia huele a Segunda. Lo dicen los datos y las cosas que le pasan. Aún queda mucho, 30 puntos por jugar, un mundo, aunque pasan las jornadas y los fantasmas del descenso del 86 se multiplican. En Almería todo lo que le podía salir mal le salió peor y se mete de nuevo en las cloacas de la clasificación por méritos propios. El Valencia sumó su octava derrota consecutiva lejos de Mestalla, en un estadio donde nunca había perdido, y la única estadística que rompió fue la de hacer un gol a domicilio. El primero de 2023 (estamos en abril, casi nada) y no le sirvió para nada, porque cuando Castillejo marcó, el Almería iba ya ganando por 2-0.
Otra vez por 10 minutos de caraja, que le pesaron como los que tuvo contra el Rayo Vallecano y en tantos otros partidos de la temporada. Se lesionaron dos de sus futbolistas diferenciales, como son Kluivert y Nico, que a saber hasta cuándo estarán de baja. De hecho, como a perro flaco todo son pulgas y la experiencia no es uno de los fuertes de este Valencia, el gol de Melero llegó en ese impasse entre la lesión de Nico y la entrada de su sustituto. Tampoco el VAR quiso interpretar lo que sus aficionados vieron claro: sendos penaltis por agarrón a Diakhaby y por el contacto de Fernando con el pie de Kluivert. Por fallarle en Almería le falló hasta Mamardashvili, que salió a cazar moscas en el 2-0.
Baraja se fue cabreado y con razón. Aún fue demasiado blando con los suyos. Quiso despedirse diciendo que es “optimista” y que hay “esperanza”. Pero la sensación es que la fe del Valencia está más por el escudo que representan y la afición que tienen detrás suyo que por las virtudes del equipo, que a fin de cuentas son los que ganan y pierden los partidos. Ahora les toca enfrentarse al Sevilla, Elche, Valladolid y Cádiz. Nada es definitivo pese a la derrota en Almería, aunque siguen estando muy lejos de alcanzar los 40 puntos de los que tanto habló Gattuso… y que visto cómo está esta Liga por abajo puede que no sean ni suficientes.