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‘El Toro’ emula a Raúl

Un derbi sin chispa.- No fue un derbi caliente. No se pareció en nada al reciente de la Copa del Rey, que fue emocionante y cargado de vaivenes. El Madrid jugó con la dulce resaca de Anfield. Parecía que seguían disfrutando del vídeo de la exhibición de Champions, sin entender que enfrente estaba el Atleti del Cholo, que más que recibir la visita del dentista es comerse un kilo de polvorones a palo seco. Las suplencias de Modric y Camavinga barruntaban un deseo indisimulado de Ancelotti por reservar energías para el Clásico copero del jueves ante ese Barça al que estamos poniendo la Liga en bandeja de plata. El derbi tuvo una temperatura tan suave que hasta Vinicius no tuvo movida de ningún tipo ni con Nahuel ni con nadie. Todo era tan light que Gil Manzano quiso amenizar la velada perfil chill-out expulsando a Correa para que empezase a pasar algo. El codazo del argentino se podía resolver con una amarilla, aunque es cierto que soltar el codo sin balón es comprar boletos sin necesidad. Pues ni así. El Madrid se pasó los 10 minutos siguientes sin chutar siquiera a gol. Todo muy espeso.

El gol-reacción.- Después llegó el golazo de Giménez de cabeza, tras una faltita de Militao a Morata (de eso no he escuchado quejarse a los atléticos). Meterle primero un gol al Madrid de Ancelotti empieza a ser un mal negocio. Esta semana se hizo famoso un meme, a raíz del 2-5 de Liverpool, en el que se ve a Guardiola diciéndole a Klopp al oído: “No marquéis un gol primero... ¡Es una trampa!”. Pues lejos del chiste es una realidad que empieza a repetirse una noche sí y otra también. El 0-1 aconteció en el minuto 78. Ahí arrancó la centrifugadora del Bernabéu y el mini partido que jugó el vigente campeón de solo 17 minutos (incluidos los cinco de descuento). En esos 1.020 segundos es cuando se vio un derbi de verdad, con los blancos a revienta calderas y el Atlético defendiéndose con uno menos de forma heroica. Y en esas apareció en escena un ‘Toro’ de 18 años que podría jugar de alero en el Madrid de Chus Mateo (1,93 metros) y que arrancó a los madridistas la única sonrisa del derbi. Este gigantón nacido en Palamós (Girona) ha llegado para quedarse. Buena pinta.

Sangre charrúa.- Álvaro Rodríguez es español por parte de madre, pero uruguayo por parte de padre. Esa sangre charrúa se nota por el ardor con el que ataca la pelota y por cómo afrontó su estreno en el Bernabéu. Su golazo de cabeza evitó una derrota deshonrosa y logró que la cornada tuviese menos trayectorias. Álvaro imitó a su ídolo Raúl, que también se estrenó en el santuario del Bernabéu en un derbi (D’Alessandro entrenaba a ese Atleti). Raúl lo hizo en 1994, Álvaro en 2023. Su remate tras el córner bien botado por Modric (que recordó al de Ramos en la Décima, también ante los rojiblancos) permitió ver unos minutos finales llenos de empuje y emoción. Pero las tablas hacían justicia y tampoco los héroes de Anfield merecían más. Un punto que aleja el título salvo que los amigos del Almería echen una mano ante ese Barça que en Liga no encaja goles y avanza sin resbalones.

Copa y Champions.- Me apena este derbi descafeinado por esa afición que llegó con ganas de fiesta para prolongar la velada histórica de Anfield. Pero esto no es la Champions. Ese es el jardín del Madrid, que el jueves irá a por su primer billete (Bernabéu, 21:00h.) para soñar con su vigésima Copa ante el Barça ‘deseuropeizado’ de Xavi. Ganando la 15 y la Copa nos damos por satisfechos. Of course.