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El sobrepeso de Laporta

Curioso viaje el de este Barça cerrado por vacaciones, que no por defunción, aunque algunas caras puedan invitar al equívoco. Curioso viaje, digo, porque comenzó la temporada ilusionado, con un consenso abrumador entre cuerpo técnico, periodistas y aficionados: el club se había reforzado poco, pero bien. Si a esto se le sumaba la más que previsible progresión de jóvenes valores como Araújo, Pedri, Gavi, Alejandro Balde o Lamine Yamal, el resultado final de la operación era el de un equipo que debía competir casi con cualquiera. E insisto en que nadie habla de ganar, tan solo competir.

También se esperaba la llegada del buen juego, que en Barcelona es una cuestión capital, casi como el agua de lluvia. Xavi conocía el camino (prácticamente lo inventó él, al menos como jugador) y los mimbres parecían los adecuados una vez se confirmó la salida de Dembélé, un extremo tan condicionante que obliga a sus equipos a jugar con la mosca detrás de la oreja. Lo que llegó, sin embargo, fue una lesión desafortunada de Gavi. Y la derrota contra el Madrid en Montjuic. Y los desastres europeos contra el Amberes y el Shakhtar Donetsk. Y otra vez la desconfianza. Y la abdicación en diferido de Xavi, que se iba a final de temporada por incomprensión.

De todo esto se quiere responsabilizar ahora a Laporta, que alguna responsabilidad tendrá, también es cierto, pero no sé si todas las que se le intentan imputar. Decir, a golpe de mayo o junio, que la plantilla no era competitiva y carecía de calidad, me parece un acto de maldad. O de mala intención, si se quiere acotar aún más el pecado. Pregunten a Míchel, el entrenador del Girona, si no la hubiese preferido para sí con los ojos cerrados. O a Edin Terzic, sin ir más lejos.

La llegada de Flick puede servir para muchas cosas, pero sobre todo servirá para determinar cuánto influye el trabajo diario en los resultados finales, algo que mi padre tenía muy claro cuando se dejaba caer por mi habitación y me veía rascando la barriga: lástima no poder culpar de aquellos ocho suspensos al sobrepeso de Laporta.

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