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El sentido del deber de Ander y el mensaje de Kang-in Lee

El ‘fichaje’

El exceso de compromiso le ha jugado más que alguna mala pasada a Ander Herrera (33 años) en su regreso al Athletic. En una temporada marcada por las lesiones, querer volver antes de tiempo ha sido contraproducente, pero parece haber llegado en plenas condiciones para el tramo final de curso. Que el Athletic ostentara el control del juego y mejorara su creatividad colectiva en Almería con la vuelta a la titularidad del ex del PSG no es una casualidad. Ander delineó el fútbol de los de Valverde, ayudando a la salida de balón ya fuera bajo participación directa o con arrastres y ofrecimientos continuos para despejar el camino a sus compañeros. Lo suyo fue una clase magistral de saber estar, visión en la distribución y posicionamiento individual: 45 toques, solo cinco entregas erradas, un pase clave... Auxilió a los centrales y en banda tanto como apareció en las cercanías del área local. Y engranó todas las líneas, con Sancet como mayor beneficiado al poder recibir de forma más limpia en zonas liberadas. Ander se apoderó del partido hasta el punto de que el cambio pactado con Valverde sobre el minuto 60 le hizo al Athletic perder la manija. Quedó más que claro que el centrocampista será decisivo de aquí a final de curso por su responsabilidad en favor del colectivo y, sobre todo, por su extraordinaria calidad. La carrera de Ander no necesita de reivindicaciones personales, pero conviene dejar evidencia de su magnitud futbolística.

La ola positiva

Ganar te lleva a ganar. Es una máxima en el fútbol que algunos entrenadores parecen resistirse a entender. No hay más que ver al Sevilla, que divisa ya la salvación al mismo tiempo que se aproxima a un nuevo título en su competición fetiche. Mendilibar, el maestro de hacer fácil lo difícil, asumió con naturalidad la papeleta de utilizar la Europa League como impulso también en la Liga y ahora recoge los frutos. La victoria ante el Villarreal solo se explica por ese estado de euforia en el que se ha instalado el Sevilla, con derecho a soñar. El segundo tiempo tuvo claro color amarillo, pero la estrategia trajo otra alegría al Sánchez-Pizjuán. Fue un pulso de concepciones antagónicas, con la verticalidad del Sevilla por bandera frente a la construcción más pausada del Villarreal. Un dato sirve de referencia: el Villarreal dio en total 197 pases más que su rival, pero el Sevilla sumó tres entregas más en el último tercio del campo.

Crecimiento real

En esta misma columna, nada más empezar la Liga, escribíamos que no era una temporada cualquiera para Kang-in Lee (22 años). Llegaba el momento de protagonizar el paso definitivo como futbolista, dejar de ser ese jugador únicamente aparente y convertirse en una pieza fiable con un rendimiento sostenido. La más que segura permanencia del Mallorca tras derrotar al Getafe contrastó la progresión del coreano. El doblete le permite alcanzar los dobles dígitos entre goles y asistencias después de un partido en el que fue un bálsamo para su equipo. Cuando otros se esconden, Kang-in dio todavía más. Intervino 65 veces, afrontó 15 duelos y generó dos grandes ocasiones, además de los dos goles que firmó. Este verano se asociará su nombre con equipos de cartel elevado porque su evolución ha sentenciado que está para lo que él quiera.