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El señorío del Madrid

Escucho y leo a periodistas reclamar a los jugadores del Real Madrid que vayan a protestar al árbitro no sé muy bien qué. Le preguntan a Ancelotti por eso y deduzco que esos expertos saben de lo que hablan. Es decir, del Real Madrid. Y lo siento, pero no me reconozco. Y mucho menos en que se diga que eso es ser del Madrid. Jamás he visto que el Real Madrid tenga que hablar de los árbitros. De eso se encargaron otros históricamente. Y a eso se dedicó el entrenador que peor interpretó los valores del madridismo, José Mourinho.

Eso de “hay que proteger a los jugadores que dan espectáculo”. Ese argumento se ha vendido en Barcelona con frecuencia para digerir derrotas en alineaciones con Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho y la enorme lista de fantásticos jugadores espectaculares que siempre ha tenido el Barça. ¿Pero el Madrid? No salgo de mi asombro. ¿Pero de qué Real Madrid nos hablan? En Chamartín se tritura a los entrenadores con histerismo en las derrotas, se exige a los jugadores por encima de sus posibilidades y sobre todo se desconfía de las excusas. Pero los árbitros no están en la cultura madridista. Para mandar comunicados demagógicos ya está la familia Gil que lleva décadas mandando a la grada atlética a guerras paranoicas mientras crece su fortuna en la lista Forbes.

Debería corregir el Real Madrid como institución esa imagen y mostrar otra cara pública. Pero quizá ya es demasiado tarde para darse cuenta de que el prestigio de Emilio Butragueño no está para espetar educados dardos arbitrales en el palco tras las derrotas. Que el medio oficial del club no puede permitirse ese nivel subterráneo en los comentarios de sus trabajadores. Que de los árbitros solo hablan los que pierden.

Y puestos a ganar, convendría explicar por qué el equipo blanco acumula tantos partidos para el olvido esta temporada. Esa pesadez en su juego que hace al equipo tan vulnerable. A que todos los mediocentros que pasan por el Bernabéu hagan el partido del año. A hablar de fútbol en definitiva.