El Sambódromo del Bernabéu
Puro espectáculo.- Un partidazo de fútbol. El Bernabéu, cuatro meses después de despedirse con una gran fiesta para celebrar la Liga 35, regresaba a la escena con un aspecto tridimensional, una piel envolvente que augura grandes efectos especiales en las noches del futuro y muchas más localidades habilitadas gracias al avance de las obras. Un lleno más que justificado. Era el reencuentro con los campeones de Europa y de la Supercopa. Era el abrazo con este equipazo que Ancelotti ha construido con sencillez, eficacia y firmeza. Los roles están bien repartidos y los egos aparcados en el parking de Valdebebas. Aquí un día es titular Modric y otro Kroos, un día lo es Valverde y otro Rodrygo, o sale en Cornellà Rüdiger y hoy apenas unos minutos... No pasa nada. Prohibidas las malas caritas en los suplentes. Esto es un equipo y el colectivo prima por encima de los intereses particulares. Y encima, aterrizaba el Betis. Un rival de tronío que llegaba como el Madrid: pleno de puntos (9 de 9) y de moral. Las gradas reflejaban el estado del bienestar que preside este club, acompañadas de muchos béticos que se acercaron a la capital a soñar con la tropa de Pellegrini. Un ex que aquí dejó un récord de porcentaje de victorias (82%), pero que no le valió para ganar la Liga. Y, lo más importante, había que terminar con una maldición que se remontaba a marzo de 2017. Cinco años sin hincarle el diente a los béticos siendo el Madrid anfitrión. ¡Y sin hacerle un solo gol! Había un poco de Poltergeist en estas últimas citas con el equipo de Joaquín, ese regateador eterno que pronto acabará con el récord de Zubizarreta...
Y apareció Vinicius.- Como locales, el último gol al Betis se lo metió un sevillista de corazón blanco, Sergio Ramos, por lo que el maleficio no lo podía romper cualquiera. Ahora mismo, la estrella de este Madrid imperial habla portugués, no se pierde los partidos del Flamengo en la Copa Libertadores y baila en su casa y en los campos por donde va. Un chaval feliz y alegre de 21 años que nos da un rayo de esperanza para nuestra Liga. En la todopoderosa Premier, su precio sería incalculable. Batiría los 222 millones de Neymar con seguridad. Vini es ahora el mejor de todos, la Estrella Polar del firmamento futbolístico. Y Vini fue el elegido para acabar con el gafe. Su control y vaselina sobre Rui Silva fue espectacular. Golazo digno del partidazo que pudimos disfrutar en la canícula de la capital. Pero enfrente estaba el Betis, que nunca afloja.
Canales ‘star’.- Mourinho no le quiso y eso que nos perdimos por aquí. Lo disfrutaron en Valencia y San Sebastián, pero sobre todo lo gozan en el Villamarín. Pedazo de talento que no va al Mundial vaya usted a saber por esas que solo Luis Enrique sabe descodificar. De las botas del cántabro salió el gol del 1-1 que dibujaba la incertidumbre y rescataba los fantasmas del reciente pasado...
Rodrygo ‘Goles’.- Hasta que llegó el gol del jugador-talismán, del revulsivo de siempre, el que antes aparecía en Champions y ya lo hace en Liga. Rodrygo metió el gol de oro, el de la victoria que mantiene la racha triunfal. Gran pase del Halcón, el uruguayo salió como una moto desde el banquillo, y remate mordido del paulista que acabó con los miedos. Modric hizo varias fantasías, con Vini feliz. Y ojo a Tchouameni. El MVP se ha empeñado en que no nos detenga la nostalgia por Casemiro. Cada partido da un clínic en su posición. Roba, intercepta, sale en carrera, traza, chuta de lejos, salta de cabeza en defensa y en ataque... Un todoterreno de 22 años que no me explico que estuviese en el Mónaco. Qué listo fue Juni Calafat echándole el ojo. El triunfo prolonga la fiesta en el Sambódromo del Bernabéu. Que no pare nunca...