El reflejo de una España plural
Hay victorias sin gloria y gloria con victorias. El rotundo éxito de España en la pasada Eurocopa pertenece claramente a esta segunda realidad. No solo importó el título en sí, sino también el cómo llegó hasta él con un juego estupendo, vibrante y elaborado. La impresión no pudo ser mejor y el mensaje que dejó menos simbólico. Se impuso una España evolucionada en su propuesta, vertical y plural, especialmente por la presencia de dos futbolistas que son el reflejo exacto de la diversidad: Lamine Yamal (17 años) y Nico Williams (22). Del Mundial de Qatar a la Euro de Alemania, ellos provocaron el cambio en la Selección con su desequilibrio, velocidad y desparpajo. Ni Musiala ni Mbappé ni Bellingham pudieron tutear a la pareja más especial y regateadora del torneo.
Cómo no conmoverse con su actuación y sus hazañas al servicio del equipo, con una historia detrás de singular potencial emblemático. Hijos de inmigrantes, Lamine y Nico representan a una España diferente fuera y dentro del campo, producto de la transformación del mapa demográfico y los efectos positivos que trae aparejados la misma. Son la cara del triunfo, la modernidad y la variedad, pero también de la rebeldía juvenil y del hoy y del mañana. De algún modo, nuestro futuro se adelantó a través de sus goles, bailes y una alegría contagiosa. Y si la emoción es imbatible en el fútbol y en la vida, nadie como Lamine y Nico para encarnarla.