El Real Madrid entra en periodo de rendijas
Regresa el Real Madrid que no era capaz de jugar bien un partido completo, el equipo de momentos que dependía de la inspiración de sus jugadores y de las maravillas de Courtois y Benzema. Hace tiempo que no aparece el Madrid que comenzó la temporada con pujanza y autoridad. Llegó justo de ideas a la brecha del Mundial y ahí sigue, recordando otras temporadas, generalmente resueltas con uno o dos grandes títulos. Siempre encuentra las rendijas del superviviente, esta vez en la rueda de penaltis.
Benzema, Modric, Kroos y Asensio cumplieron con su trabajo y solucionaron el partido, más entretenido que otra cosa. El Valencia superó las previsiones. Viene de una mala racha dentro de su larguísimo periodo de decepciones y desencanto, crujido por los problemas económicos, el fragor social y un sinfín de dificultades para consolidar el equipo, que dio batalla al Madrid y le superó en largas fases del encuentro, pero se encontró con la gigantesca oposición de Courtois, brillante en el mano a mano final con Fran Pérez.
Con sus dos metros de altura y su aparatosa envergadura, Courtois olfateó el peligro, se adelantó dos pasos y recibió al prometedor extremo, perfecto en todas las decisiones de la jugada –es uno de esos delanteros que se deslizan entre los defensas con la suavidad de un soplido– y delicado en la finalización. Elevó la pelota a la altura de la oreja derecha de Courtois, que respondió con un movimiento eléctrico. Levantó el hombro y despejó el balón como si fuera un mosquito. Prodigioso.
El Valencia tiene jugadores para escalar posiciones y acercarse al lugar que merece por historia. La mayoría son muy jóvenes –Yunus Musah, Guillamón, Fran Pérez, Moriba, Mamardashvili, André Almeida, Nico González (ausente por lesión en el partido) y Lino–, un más que interesante grupo del que probablemente no se podrá aprovechar el club. Algunos juegan en condición de cedidos y los que proceden de la cantera recibirán ofertas si mantienen su progresión, ofertas que difícilmente podrá rechazar el Valencia, enredado en un bucle desalentador: vender mucho y apurado. Así no hay manera de consolidar un equipo de fútbol.
El Madrid está en las antípodas. Puede comprar todo lo que necesita, aunque esa obviedad no significa que sea invulnerable. En estos momentos de la temporada, la defensa despierta sospechas cada vez mayores, sobre todo en los laterales, y algunos jugadores han vuelto a su versión más mundana. Valverde y Rodrygo, decisivos en el trecho final de la última temporada y magníficos en los dos primeros meses de la actual, han bajado el pistón. La rotundidad de los centrales también ha descendido. Vinicius no descansa y quiere reeditar sus grandes éxitos de 2022, probablemente limitado por el brutal desgaste de sus repetidos y explosivos esfuerzos.
La ventaja del Madrid y el problema del Valencia radicó en Benzema, destacadísimo en la primera parte y bien en el resto de un encuentro irregular en su desarrollo, definido por el descontrol del Madrid. Lo aprovechó el Valencia con un optimismo creciente y llegadas cada vez más constantes al área de Courtois. Detrás de ese paisaje, el Madrid dio que pensar. Le cuesta agarrar la trama de los partidos, aunque no tiene inconveniente en resolverlos. Su rendija de luz estaba en la tanda de penaltis.